“Es triste ver como se ha ensuciado este país con la sangre de todos los migrantes, pero esta sangre no es necesaria, hay una solución”.
“Somos soldados caídos, porque nuestra guerra es el desempleo y la pobreza, que nos obligaron a enfrentarnos a la pesadilla que es transitar por México”, define José Luis Hernández, presidente de la Asociación de Migrantes Retornados con Discapacidad (AMIREDIS). La asociación decidió llegar a la Ciudad de México para destacar lo que representa este país para los centroamericanos, y exigirle al gobierno que respete y vigile los derechos de los migrantes en tránsito.
AMIREDIS agrupa a 45 mutilados por La Bestia, el tren de carga que recorre la república mexicana de sur a norte. El 20 de marzo de 2014, 15 de ellos salieron de Honduras con la finalidad de llegar a la Ciudad de México y hacerle saber a Enrique Peña Nieto las problemáticas de la migración de los centroamericanos. “Representamos a 452 mutilados que hay en Honduras. Si batallamos antes para cruzar México, ahora más lo vamos a hacer a pesar de nuestra discapacidad”, señala el director de la Asociación.
John Samuel Rodríguez comenta que para ellos es muy importante hacerle ver a la gente que su lucha es grande y desafiante, porque hay muchas pérdidas humanas, además de los secuestros y las extorsiones. Ellos tomaron la decisión de hacer está caravana porque saben que en su país son invisibles, que de apenas 8 millones de habitantes, 452 están mutilados por querer migrar y el gobierno se hace de la vista gorda. José Luis Hernández habla de los 3 mil millones de dólares que reciben en remesas por los cerca de un millón de hondureños que migran a Estados Unidos, “pero el gobierno no ve las consecuencias que traen esas remesas. Para nosotros es una pesadilla”.
Los integrantes de la asociación esperan que algo bueno salga de esta caravana, “que los migrantes no tengan que seguirse escondiendo, corriendo de la migra o de las personas que los quieran robar o extorsionar”, expresa el presidente de AMIREDIS. A pesar de la discapacidad con la que vive, su motivación son los demás migrantes que tienen que padecer la violencia por transitar en un país que no es suyo.
José Efraín Vázquez expone que estos 20 días de marcha desde su ciudad natal fueron difíciles, pero también bonitos: “Llegamos a lugares donde encontramos compatriotas. Pudimos hablar y compartir con ellos, y por eso ha sido bueno, a pesar de las incomodidades por las que hemos pasado”.
La razón por la cual Rosman Alberto Rivera Santos tomó la decisión de andar un camino que le trae malos recuerdos son los miles de migrantes “que viajan día y noche por tren, que no pueden sacar un pasaporte o viajar en avión”. Hernández Cruz lo hace “por todos los que en este momento seguramente son extorsionados o secuestrados, quizá alguien se está quedando dormido encima del tren por el cansancio. Ya no queremos más mutilados”.
Honduras, un país que destierra
Para los 15 migrantes, si en Honduras hubiera más oportunidades de empleo y educación, ellos no tendrían que viajar a Estados Unidos. “Mi país es muy bonito, incluso con muchos recursos, el problema es que los gobernantes se dedican a lucrarse ellos y se quedan con los recursos del pueblo”, lamenta Efraín Vázquez. Él no quería migrar; cuando decidió hacerlo por falta de empleo, su idea era solamente trabar un tiempo para comprar una casa o un terreno.
José Luís Hernández explica a Desinformémonos que la migración en Honduras va en aumento debido a los altos niveles de desempleo. “Mis hermanos están sin trabajo, muchos jóvenes también, y eso hace que salgan obligadamente del país. Educación tampoco hay, los hijos de muchos de los compañeros no pueden ir a la escuela porque ni siquiera tienen para comprarles cuadernos o un pedazo de pan para comer”, detalla.
“Somos el reflejo de la realidad”
Los 15 hombres que hoy atravesaron México arriesgaron su vida para cumplir la quimera americana, pero sus sueños quedaron en las vías del tren. Recuerdan con minuciosos detalles el día, la hora y el lugar donde La Bestia les arrancó una parte. Wilfredo Filio Garay, de la ciudad de Progreso, recuerda que un miércoles a las 8:30 de la noche del año 2010, en Coatzacoalcos, Veracruz, hubo un secuestro. Al verlo corrió y cayó en la vía del tren. “Gracias a dios solo fue un pie, y sé que es una cosa fatal”.
John Samuel Rodríguez perdió su pie izquierdo el 4 de marzo del 2005 “sólo por buscar el sueño americano, porque queremos una vida mejor para nuestras familias”. Rosman Rivera recuerda que eran las 9 de la noche de un viernes en el sureste de México cuando “me caí del tren y no supe lo que sucedía. A lo lejos vi algo, y cuando reconocí mi zapato me pude dar cuenta de que era mi pierna. No sabía nada porque cuando me la cortó no sentí dolor, fue muy rápido todo”. Agrega que su sueño americano se quedó en la mitad del camino, el tren se lo arrebató.
Para el grupo de migrantes, que salieron de Honduras el 20 de marzo de este año, factores económicos y sociales les obliga a abandonar su país. José Luís Hernández soñaba desde chico con ser músico, le gustaba tocar la guitarra y jugar futbol. Nació en un pueblo en el que trabajó sembrando café con su papá, pero un huracán arrasó con todo y tuvieron que migrar a la ciudad. Hace diez años, la urgencia de tener un trabajo le forzó viajar a Estados Unidos, pero el cansancio, la insolación y el hambre lo tumbaron del tren cuando se encontraba en Delicias, Chihuahua. “Me iba a quitar el zapato, pero quedé en oscuras y caí al suelo; el tren me jaló para las llantas y me amputó la pierna derecha; después, no sé cómo, metí un brazo y también el tren me lo arrancó, luego la otra mano también me la machacó. Quedé en medio de las dos líneas y por encima me pasaron todos los vagones. Hasta ahí llegaron los sueños de ese muchacho músico y futbolista”.
José Efraín Vázquez trabajaba en una empresa pero lo despidieron. Estuvo tres meses sin empleo, pero el miedo a no encontrar algo pronto lo llevó a la conclusión de que debía trasladarse a un lugar donde sí pudiera encontrar oportunidades no sólo de trabajo, sino también de estudio. En el 2001 emprendió el camino hacia “el país de las oportunidades”, como le llama él; desafortunadamente el camino era más difícil de lo que le habían contado. “Sufrí mucho porque no tenía mucho dinero, dormí como cuatro horas en tres días y caminé como nunca en mi vida. Uno se tiene que esconder hasta del barrendero, porque le tienes miedo a todos, a la policía y a los pandilleros porque todos te quieren hacer daño. Yo me accidenté en el 2001, y hoy en día es mucho más difícil, se nos trata como animales de caza”.
El grupo de migrantes señala que su mismo país los obliga a migrar, en un viaje que es una pesadilla para ellos. “Todo esto es por falta de empleo en el país, porque si hubiera trabajo nadie tendría que migrar”, comenta Rosman Rivera Santos, y agrega que hay 248 mutilados en su país sólo por el tren y muchos más desaparecidos, todo porque el gobierno no ofrece empleos. Benito Murillo dice que él emprendió el camino para poder conseguir un empleo, comprar una casa y que sus hijos pudieran vivir dignamente.
Samuel Rodríguez le agradece al pueblo mexicano el apoyo recibido, pues para ellos esta situación es aún más difícil cuando se encuentran lejos de sus familias. Sabe que la migración no va a parar hasta que las condiciones económicas cambien en su país. “Uno siempre que mira el tren lo ve con migrantes, nosotros les decimos que lo hagan con precaución. Estados Unidos no se va a mover de donde está, que nos miren a nosotros cómo estamos, porque es algo muy riesgoso”
Tanto las autoridades migratorias como la delincuencia organizada representan un peligro para los migrantes centroamericanos: “Ya no diferencias quién es quién, todos te quitan lo poquito que tienes. Si alguien te dice que le gustan tus zapatos o tu camisa, incluso si una mujer va contigo y te dice que la quiere, no te puedes negar”, relata José Efraín Vázquez. Él considera ahora que “no vale la pena arriesgar tu vida por unas monedas, que es lo que te vas a ganar en Estados Unidos; es mejor quedarse en tu país, porque por lo menos uno no pierde su dignidad de que te rechacen o maltraten por ser migrante. Es triste ver como se ha ensuciado este país con la sangre de todos los migrantes, pero esta sangre no es necesaria, hay una solución”.
El presidente de AMIREDIS resalta la alta discriminación que existe en Honduras hacia los discapacitados y las casi nulas ayudas por parte del gobierno y las instituciones públicas: “Si antes para nosotros era difícil la situación, ahora mucho más”.
Para los integrantes de la caravana es difícil recordar todos los caminos recorridos, los robos, las corretizas, porque para Samuel Rodríguez, la vida del migrante se trata de eso: correr. Recordar para ellos es doloroso, pero lo más difícil, lo que hace que su voz se quiebre, es acordarse de las historias que les han contado otros migrantes en esta caravana.
El grupo estuvo 11 días en Tapachula, ciudad fronteriza, esperando la aprobación de una visa humanitaria. Rivera pudo en esos días hablar con varios migrantes: “en un camión en donde íbamos vi a un muchacho de 19 años que tenía su pie amputado y venia con su papá; el señor me contó que ellos venían platicando en el tren y de un momento a otro se quedaron callados”. El chico se durmió y cuando el padre reaccionó, el joven ya se había caído. El padre se lanzó del tren pero su hijo ya no tenía un pie. “Ya no pudieron viajar, no pudieron seguir y tuvieron que regresarse para Honduras en un peor estado, con otro dolor”.
Nota completa en:
http://desinformemonos.org/2014/04/migrantes-mutilados-reviven-cruce-para-exigir-respeto-a-sus-derechos/
“Somos soldados caídos, porque nuestra guerra es el desempleo y la pobreza, que nos obligaron a enfrentarnos a la pesadilla que es transitar por México”, define José Luis Hernández, presidente de la Asociación de Migrantes Retornados con Discapacidad (AMIREDIS). La asociación decidió llegar a la Ciudad de México para destacar lo que representa este país para los centroamericanos, y exigirle al gobierno que respete y vigile los derechos de los migrantes en tránsito.
AMIREDIS agrupa a 45 mutilados por La Bestia, el tren de carga que recorre la república mexicana de sur a norte. El 20 de marzo de 2014, 15 de ellos salieron de Honduras con la finalidad de llegar a la Ciudad de México y hacerle saber a Enrique Peña Nieto las problemáticas de la migración de los centroamericanos. “Representamos a 452 mutilados que hay en Honduras. Si batallamos antes para cruzar México, ahora más lo vamos a hacer a pesar de nuestra discapacidad”, señala el director de la Asociación.
John Samuel Rodríguez comenta que para ellos es muy importante hacerle ver a la gente que su lucha es grande y desafiante, porque hay muchas pérdidas humanas, además de los secuestros y las extorsiones. Ellos tomaron la decisión de hacer está caravana porque saben que en su país son invisibles, que de apenas 8 millones de habitantes, 452 están mutilados por querer migrar y el gobierno se hace de la vista gorda. José Luis Hernández habla de los 3 mil millones de dólares que reciben en remesas por los cerca de un millón de hondureños que migran a Estados Unidos, “pero el gobierno no ve las consecuencias que traen esas remesas. Para nosotros es una pesadilla”.
Los integrantes de la asociación esperan que algo bueno salga de esta caravana, “que los migrantes no tengan que seguirse escondiendo, corriendo de la migra o de las personas que los quieran robar o extorsionar”, expresa el presidente de AMIREDIS. A pesar de la discapacidad con la que vive, su motivación son los demás migrantes que tienen que padecer la violencia por transitar en un país que no es suyo.
José Efraín Vázquez expone que estos 20 días de marcha desde su ciudad natal fueron difíciles, pero también bonitos: “Llegamos a lugares donde encontramos compatriotas. Pudimos hablar y compartir con ellos, y por eso ha sido bueno, a pesar de las incomodidades por las que hemos pasado”.
La razón por la cual Rosman Alberto Rivera Santos tomó la decisión de andar un camino que le trae malos recuerdos son los miles de migrantes “que viajan día y noche por tren, que no pueden sacar un pasaporte o viajar en avión”. Hernández Cruz lo hace “por todos los que en este momento seguramente son extorsionados o secuestrados, quizá alguien se está quedando dormido encima del tren por el cansancio. Ya no queremos más mutilados”.
Honduras, un país que destierra
Para los 15 migrantes, si en Honduras hubiera más oportunidades de empleo y educación, ellos no tendrían que viajar a Estados Unidos. “Mi país es muy bonito, incluso con muchos recursos, el problema es que los gobernantes se dedican a lucrarse ellos y se quedan con los recursos del pueblo”, lamenta Efraín Vázquez. Él no quería migrar; cuando decidió hacerlo por falta de empleo, su idea era solamente trabar un tiempo para comprar una casa o un terreno.
José Luís Hernández explica a Desinformémonos que la migración en Honduras va en aumento debido a los altos niveles de desempleo. “Mis hermanos están sin trabajo, muchos jóvenes también, y eso hace que salgan obligadamente del país. Educación tampoco hay, los hijos de muchos de los compañeros no pueden ir a la escuela porque ni siquiera tienen para comprarles cuadernos o un pedazo de pan para comer”, detalla.
“Somos el reflejo de la realidad”
Los 15 hombres que hoy atravesaron México arriesgaron su vida para cumplir la quimera americana, pero sus sueños quedaron en las vías del tren. Recuerdan con minuciosos detalles el día, la hora y el lugar donde La Bestia les arrancó una parte. Wilfredo Filio Garay, de la ciudad de Progreso, recuerda que un miércoles a las 8:30 de la noche del año 2010, en Coatzacoalcos, Veracruz, hubo un secuestro. Al verlo corrió y cayó en la vía del tren. “Gracias a dios solo fue un pie, y sé que es una cosa fatal”.
John Samuel Rodríguez perdió su pie izquierdo el 4 de marzo del 2005 “sólo por buscar el sueño americano, porque queremos una vida mejor para nuestras familias”. Rosman Rivera recuerda que eran las 9 de la noche de un viernes en el sureste de México cuando “me caí del tren y no supe lo que sucedía. A lo lejos vi algo, y cuando reconocí mi zapato me pude dar cuenta de que era mi pierna. No sabía nada porque cuando me la cortó no sentí dolor, fue muy rápido todo”. Agrega que su sueño americano se quedó en la mitad del camino, el tren se lo arrebató.
Para el grupo de migrantes, que salieron de Honduras el 20 de marzo de este año, factores económicos y sociales les obliga a abandonar su país. José Luís Hernández soñaba desde chico con ser músico, le gustaba tocar la guitarra y jugar futbol. Nació en un pueblo en el que trabajó sembrando café con su papá, pero un huracán arrasó con todo y tuvieron que migrar a la ciudad. Hace diez años, la urgencia de tener un trabajo le forzó viajar a Estados Unidos, pero el cansancio, la insolación y el hambre lo tumbaron del tren cuando se encontraba en Delicias, Chihuahua. “Me iba a quitar el zapato, pero quedé en oscuras y caí al suelo; el tren me jaló para las llantas y me amputó la pierna derecha; después, no sé cómo, metí un brazo y también el tren me lo arrancó, luego la otra mano también me la machacó. Quedé en medio de las dos líneas y por encima me pasaron todos los vagones. Hasta ahí llegaron los sueños de ese muchacho músico y futbolista”.
José Efraín Vázquez trabajaba en una empresa pero lo despidieron. Estuvo tres meses sin empleo, pero el miedo a no encontrar algo pronto lo llevó a la conclusión de que debía trasladarse a un lugar donde sí pudiera encontrar oportunidades no sólo de trabajo, sino también de estudio. En el 2001 emprendió el camino hacia “el país de las oportunidades”, como le llama él; desafortunadamente el camino era más difícil de lo que le habían contado. “Sufrí mucho porque no tenía mucho dinero, dormí como cuatro horas en tres días y caminé como nunca en mi vida. Uno se tiene que esconder hasta del barrendero, porque le tienes miedo a todos, a la policía y a los pandilleros porque todos te quieren hacer daño. Yo me accidenté en el 2001, y hoy en día es mucho más difícil, se nos trata como animales de caza”.
El grupo de migrantes señala que su mismo país los obliga a migrar, en un viaje que es una pesadilla para ellos. “Todo esto es por falta de empleo en el país, porque si hubiera trabajo nadie tendría que migrar”, comenta Rosman Rivera Santos, y agrega que hay 248 mutilados en su país sólo por el tren y muchos más desaparecidos, todo porque el gobierno no ofrece empleos. Benito Murillo dice que él emprendió el camino para poder conseguir un empleo, comprar una casa y que sus hijos pudieran vivir dignamente.
Samuel Rodríguez le agradece al pueblo mexicano el apoyo recibido, pues para ellos esta situación es aún más difícil cuando se encuentran lejos de sus familias. Sabe que la migración no va a parar hasta que las condiciones económicas cambien en su país. “Uno siempre que mira el tren lo ve con migrantes, nosotros les decimos que lo hagan con precaución. Estados Unidos no se va a mover de donde está, que nos miren a nosotros cómo estamos, porque es algo muy riesgoso”
Tanto las autoridades migratorias como la delincuencia organizada representan un peligro para los migrantes centroamericanos: “Ya no diferencias quién es quién, todos te quitan lo poquito que tienes. Si alguien te dice que le gustan tus zapatos o tu camisa, incluso si una mujer va contigo y te dice que la quiere, no te puedes negar”, relata José Efraín Vázquez. Él considera ahora que “no vale la pena arriesgar tu vida por unas monedas, que es lo que te vas a ganar en Estados Unidos; es mejor quedarse en tu país, porque por lo menos uno no pierde su dignidad de que te rechacen o maltraten por ser migrante. Es triste ver como se ha ensuciado este país con la sangre de todos los migrantes, pero esta sangre no es necesaria, hay una solución”.
El presidente de AMIREDIS resalta la alta discriminación que existe en Honduras hacia los discapacitados y las casi nulas ayudas por parte del gobierno y las instituciones públicas: “Si antes para nosotros era difícil la situación, ahora mucho más”.
Para los integrantes de la caravana es difícil recordar todos los caminos recorridos, los robos, las corretizas, porque para Samuel Rodríguez, la vida del migrante se trata de eso: correr. Recordar para ellos es doloroso, pero lo más difícil, lo que hace que su voz se quiebre, es acordarse de las historias que les han contado otros migrantes en esta caravana.
El grupo estuvo 11 días en Tapachula, ciudad fronteriza, esperando la aprobación de una visa humanitaria. Rivera pudo en esos días hablar con varios migrantes: “en un camión en donde íbamos vi a un muchacho de 19 años que tenía su pie amputado y venia con su papá; el señor me contó que ellos venían platicando en el tren y de un momento a otro se quedaron callados”. El chico se durmió y cuando el padre reaccionó, el joven ya se había caído. El padre se lanzó del tren pero su hijo ya no tenía un pie. “Ya no pudieron viajar, no pudieron seguir y tuvieron que regresarse para Honduras en un peor estado, con otro dolor”.
Nota completa en:
http://desinformemonos.org/2014/04/migrantes-mutilados-reviven-cruce-para-exigir-respeto-a-sus-derechos/