jueves, 12 de junio de 2014

Dice el viejito decrépito, Fausto Vallejo, que a su pobre nene lo secuestraron en 2013.

El gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, afirmó que en 2013 su hijo Rodrigo fue “levantado” por el crimen organizado y que él ha recibido amenazas de muerte.

En entrevista con el canal CB Televisión, el mandatario estatal señaló que esto aconteció entre agosto y octubre de 2013, mientras él estaba en recuperación por la intervención quirúrgica (trasplante de hígado) a la cual fue sometido en Chicago, Estados Unidos.

"Lo levantaron y se lo llevaron a la fuerza", dijo Vallejo sin dar más detalle al respecto.

Sobre un video que circula por redes sociales en el cual se registra una presunta reunión entre su hijo Rodrigo y el líder de Los Caballeros Templarios, Servando Gómez “La Tuta”, el gobernador priista indicó que desconoce la existencia de la grabación, pero agregó que si existiera, podría corresponder al “levantón” del que fue objeto.

Hace unos días y ante la polémica que generó el video, Vallejo se pronunció a este respecto y aseguró que en su familia "no hay delincuentes".

"Se ha hablado mucho sobre el video o sobre algunas cuestiones de mi hijo, familiar. Quiero decirles que en la familia no hay delincuentes", dijo.

En la entrevista de este miércoles, Vallejo comentó que no sólo su familia ha sido víctima de la delincuencia, también empresarios y presidentes municipales han sido obligados a reunirse con criminales.

Además, el titular del gobierno michoacano dijo que este fin de semana viajará a Chicago de nueva cuenta para realizarse un chequeo médico, para regresar a tierras mexicanas el próximo miércoles.

¿Qué desató las protestas en Brasil?.

Las manifestaciones empezaron como una reacción al aumento del precio de autobús, metro y tren, dispuesto a inicios de junio, de 3 reales (US$1,40) a 3,20 (US$1,50).
Pero a medida de que se desarrollaron las protestas, un nuevo incentivo surgió para que muchos brasileños salieran a las calles: las tácticas policiales para frenarlas.
El jueves, en Sao Paulo, testigos aseguraron haber visto a la policía disparando balas de goma a manifestantes pacíficos. Muchos funcionarios -dijeron los testigos- ocultaron sus identificaciones para evitar que sus nombres fueran vistos.
Más de 100 personas resultaron heridas y 190 fueron detenidas.
Observadores aseguran que el aumento del pasaje fue sólo la chispa que desató la ira.
En sus interpretaciones de las causas de las protestas, los sociólogos y politólogos destacan la insatisfacción de los jóvenes con el gobierno y con las condiciones de vida en las grandes ciudades.
"Hay una especie de malestar generalizado, sin un enfoque claro. Hay una especie de resentimiento y frustración de orden social, alimentada por un estilo de gestión que no ofrece un diálogo público", le dijo a BBC Brasil el sociólogo Gabriel Cohn.
Es así como al aumento del transporte público ahora se suma una gama de temas que han provocado descontento entre los brasileños.
Los altos costos de organizar la Copa Confederaciones de Fútbol (en plena celebración) y de la Copa de la FIFA 2014 son cuestionados, pues los manifestantes aseguran que mayores inversiones son necesarias en los sectores de la educación y la salud.
"Renuncio a la Copa del Mundo. Quiero dinero para la educación y la salud", gritaban los manifestantes en la capital, Brasilia.
Gary Duffy, editor de la BBC en Brasil, señaló que la corrupción política también está presente en la agenda de los movilizados.
"Algunos políticos son acusados de otorgarse salarios altos y nombrar a familiares en puestos de trabajo inexistentes en la capital", indicó el periodista.
Entre las manifestaciones pacíficas y violentas, lo que parece evidente es la profunda división que hay entre muchos brasileños y los políticos.


Este lunes, en una marcha en Belo Horizonte que reunió cerca de 20 mil personas según medios locales, la policía utilizó gases lacrimógenos y balas de goma para evitar que manifestantes se acercaran al estadio mundialista Mineirao.
En Porto Alegre también hubo enfrentamientos entre policías y manifestantes, con gases lacrimógenos y balas de goma lanzadas en el centro de la ciudad tras una marcha que congregó más de 10 mil personas.
Según analistas, los enfrentamientos muestran un desconcierto de las autoridades brasileñas para lidiar con protestas callejeras atípicas en este país y exponen una herencia que la policía arrastra del gobierno militar (1964-1985).
Sin embargo, las autoridades negaron un desempeño erróneo por parte de sus agentes y prometieron que investigarían las denuncias de exceso policial.