Siempre me ha parecido injusto, trátese lo mismo de Felipe Calderón Hinojosa que de Enrique Peña Nieto, el atribuir por entero al Presidente la responsabilidad por las muertes de miles de mexicanos víctimas de las pugnas del crimen organizado. Pienso que es inexacto hablar de “los muertos de Calderón”, en referencia a los más de 110 mil fallecidos en esa guerra intestina durante su sexenio. De igual manera me parece desacertado referirse a “los muertos de Peña Nieto” en relación a los más de 60 mil que seguramente se han registrado ya en apenas la mitad de su sexenio. Considero que no se vale culparlos, ni al panista ni al priista, de una masacre que no obedece por supuesto a su voluntad, lo que no quiere decir de ninguna manera que los exoneremos de su obligación primaria de garantizar la seguridad de todos los ciudadanos. Son dos cosas distintas.
En cambio, lo que sí es responsabilidad del mandatario en turno –independientemente de factores adversos incluso internacionales que escapan a su control– es la agudización de los índices de pobreza que afecta cuando menos a la mitad de los mexicanos y la inadmisible desigualdad que registra nuestra población. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) acaba de dar a conocer este jueves su medición de pobreza 2014 según la cual el número de pobres en nuestro país se incrementó justo en dos millones (al pasar de 53.3 a 55.3 millones) en los dos primeros años del actual sexenio. Eso sí son los pobres de Peña Nieto.
La evaluación del Coneval está basada en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares (ENIGH) del Inegi. El Consejo evalúa el grado de cohesión social y seis carencias sociales: el acceso a salud, seguridad social, alimentación, vivienda, servicios básicos y rezago educativo. Además, analiza si el ingreso del hogar está por arriba de la línea de bienestar, es decir, del valor de la canasta alimentaria y no alimentaria. “Si bien las carencias bajaron, el porcentaje de la pobreza aumentó en su conjunto”, explicó Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval.
El resultado es patético, en cuanto refleja el fracaso de las políticas sociales y de crecimiento económico del Gobierno actual, incluida la serie de reformas constitucionales que ahora pudo sacar adelante gracias al apoyo que le brindaron los partidos de supuesta oposición, el PAN y el PRD. En el marco de la presentación de los resultados, el investigador Fernando Cortés Cáceres confirmó que las cifras son en efecto el reflejo del comportamiento de la economía y de la política pública y del deterioro económico del país, debido a los altos índices de desempleo y subempleo, así como a la baja del poder adquisitivo de los salarios.
La evaluación realizada por Coneval, sin embargo, resulta tibia ante las cifras que arroja otro estudio, basado también en los resultados de la ENIGH del Inegi, pero que involucra a otros factores para una evaluación más certera y real. De acuerdo con el estudio “Evolución de la pobreza y estratificación social en México 2012-2014″, el total de población en pobreza pasó en los dos años peñistas de 83.08 a 84.30 por ciento, mientras que la clase media bajó de 8.14 a 6.78 por ciento. “De 2012 a 2014 ha ido aumentando el número de personas en pobreza, y ahora rompimos la marca de 100 millones de pobres”, precisó el doctor Julio Boltvinik, investigador de El Colegio de México, que dirigió la investigación “Es una vergüenza”.
Su método de medición tomó en cuenta 17 necesidades básicas, como acceso al alimento, energía eléctrica, vivienda, seguridad social, combustible, recreación y equipo doméstico. También consideró si el ingreso es suficiente para satisfacer las necesidades básicas, así como el tiempo que la persona dedica al trabajo. En una escala de 0 a 2, donde 2 representa el bienestar humano máximo que puede alcanzar una persona, 84.30 por ciento de la población mexicana se encuentra por debajo de 1. Imagínense. El investigador de Colmex dijo concreta y directamente que el programa Prospera de Peña Nieto (antes llamado Oportunidades), “falló en su objetivo de romper con la transmisión intergeneracional de la pobreza”. Precisó que al final del gobierno de Felipe Calderón eran 97.4 millones de pobres, “y en dos años de (Enrique) Peña Nieto rebasamos los 100 millones”. Si, una vergüenza.
Otro estudio arrojó luz sobre las causas profundas de esta deplorable situación: Menos del uno por ciento de la población en México, alrededor de un millón de personas, concentra el 43 por ciento de la riqueza del País, según el documento “Desigualdad extrema en México: concentración del poder económico y político”, de Oxfam México. Además, el 10 por ciento de la población más rica del País concentra el 64.4 por ciento de la riqueza nacional, que se entiende como el valor de todos los activos de la nación como acciones, capital, el valor de las empresas, edificios y bonos.
La persistencia al alza de los índices de pobreza en un país con las carencias ancestrales que arrastra y las abismales desigualdades en el tema de la distribución del ingreso, configuran mejor que ningún otro indicador el fracaso no solamente de un gobierno o un sistema económico, sino de políticas públicas inoperantes que lejos de acercarnos a la tan anhelada justicia social nos colocan cada vez más en los parámetros de una sociedad fallida, incapaz de satisfacer las necesidades más elementales de sus integrantes. Eso, en el marco de un régimen de impunidad en el que prevalecen la corrupción, el despilfarro y los privilegios… que involucran al propio mandatario y a su círculo más cercano. Otros son por supuesto los pobres de Peña Nieto. Válgame.
Fuente: http://www.sinembargo.mx/opinion/24-07-2015/37232