sábado, 5 de diciembre de 2015

Hugo Chávez, principal arma electoral de Maduro.

 De: Rafael Croda.
 
La figura más popular en Venezuela es un muerto cuyos ojos negros, desplegados en edificios y enormes pancartas en las calles, miran a la gente. Es la mirada de mulato sagaz de Hugo Chávez, imagen que se ha convertido en logotipo de la campaña electoral para los comicios legislativos de este domingo 6.

Es “el comandante eterno” encabezando una nueva batalla política.

Y es que los chavistas saben que nadie en este país es tan querido como Chávez, quien a casi tres años de su muerte tiene una popularidad de 58%, según un estudio de Datanálisis, mientras que su heredero político, el presidente Nicolás Maduro, apenas llega a 24%.

Por eso en los actos públicos Maduro acostumbra colocarse unos lentes de plástico con los ojos de Chávez, y la imagen, discursos, frases y el ecléctico ideario del expresidente son utilizados por aquel –en medio de una severa crisis económica y un generalizado descontento social– como el principal activo político del Gran Polo Patriótico (GPP), la coalición electoral oficialista que busca mantener el control de la Asamblea Nacional (Congreso unicameral).

“No tienen a nadie más, por eso usan a un ‘zombi’ político, por eso lo resucitaron”, dice el ingeniero en informática Luis Miguel Curssio desde una esquina de la avenida Libertador de Caracas, desde la cual se observan los ojos negros de Chávez pintados en un edificio de Misión Vivienda, un programa gubernamental que ha repartido más de 900 mil departamentos a familias pobres en el país.

Para Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, el uso de Chávez en la campaña electoral del GPP es un recurso “legítimo” de sus herederos políticos, a quienes la población responsabiliza del desabasto de productos básicos, la crisis económica y la hiperinflación (de 200% este año) que devora los salarios.

Sondeos de esa firma indican que 63.2% de los electores venezolanos tiene intención de votar por la oposición en los comicios de este domingo, y nueve de cada 10 consideran que la situación del país es “mala o muy mala”.

Según León, “este es un país de chavistas arrechos (enojados) con Maduro”. Esa afirmación se constata una y otra vez en las calles. El mesero, el taxista, el ama de casa, chavistas convencidos, no saben si votarán por los candidatos a diputados del GPP, una coalición encabezada por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fundado por Chávez.

“Con Chávez, todo. Con él nunca nos faltó comida, pero con Maduro todo está vuelto nada”, dice Zulay, una vendedora ambulante del Barrio 23 de Enero de Caracas, un bastión chavista en el que los candidatos del GPP y el PSUV han ganado a los de la oposición en una proporción de siete a uno en cada una de las elecciones realizadas durante los últimos 17 años en Venezuela.

–¿Y por quién va a votar? –se le pregunta.

–No sé, ya veremos el domingo –responde riendo.

Chávez en campaña

Guadalupe Rodríguez, una dirigente de la chavista Coordinadora Simón Bolívar en el Barrio 23 de Enero, asegura que la situación económica y la escasez de alimentos ha causado “mucho enojo entre la gente, porque cuando uno no consigue azúcar o harina-pan (que se usa para hacer las arepas, tortillas de maíz imprescindibles en la dieta venezolana), uno se molesta, es lógico”.

Y dice que los líderes sociales le están haciendo ver a la gente que los culpables del desabasto no sólo son los “burócratas” del gobierno, sino los empresarios acaparadores de alimentos y los “bachaqueros”, como se conoce en este país a los pequeños comerciantes que revenden productos en las calles a precios muy por encima de los oficiales.

Sin embargo, Guadalupe sabe que el malestar popular puede inclinar la balanza a favor de la oposición en estos comicios legislativos, y que por primera vez desde que Chávez llegó al poder, en febrero de 1999, el oficialismo puede perder el control de la Asamblea Nacional.

“Podemos perder la mayoría en el Asamblea, pero la gente tiene claro que el único proyecto que ha tomado en cuenta a los pobres en este país es el de nuestro comandante Hugo Chávez Frías “, subraya.

De hecho, el Barrio 23 de Enero, donde viven unos 300 venezolanos pobres en bloques habitacionales de interés social y casas precarias construidas en los cerros, ha progresado en los 17 años de chavismo.

Los estacionamientos, antes semivacíos, están ahora llenos de carros viejos. Hay 38 puestos ambulatorios de médicos, cubanos en su mayoría, cuando en 1999 había solo tres. Las personas mayores que no sabían leer y escribir fueron alfabetizadas y todas tienen pensión, aunque no hayan cotizado. Y a nadie le falta comida.

En el centro comunitario de la Coordinadora Simón Bolívar, que antes era un cuartel policiaco, ofrecen almuerzos gratis a quienes los necesitan. Allí funcionan una estación de radio para el barrio y un consultorio médico.

Guadalupe sabe que muchos chavistas reniegan de Maduro y que forman parte de los dos tercios de venezolanos que tienen una mala opinión de su gestión como presidente. Pero ella piensa que eso también es producto “del fervor que siente la gente por Chávez”. Es tanto, dice, que muchos creen “que es traición decir que ahora son maduristas”.

El mismo Maduro, quien fue designado por Chávez como su sucesor, se dice “hijo” del comandante que postuló el Socialismo del Siglo XXI como ideario social. Y no sólo se pone gafas con los ojos de su mentor, sino que puso al desaparecido líder a hacer campaña.

Chávez aparece en todos los comerciales televisivos de los candidatos del GPP. En los 14 canales estatales de televisión da discursos revolucionarios, canta música llanera, carga a niños, abraza a señoras mayores, llama a votar, dice a sus huestes que “todos los candidatos de la oposición a la Asamblea son candidatos de la burguesía”.

También pide a los electores de Miranda que voten por Elías Jagua, actual candidato a diputado del PSUV por una circunscripción de ese estado metropolitano.

Desde luego, se trata de discursos de otras campañas, de cuando Jagua fue candidato a gobernador de Miranda, en 2012, y de las elecciones legislativas de 2010. Si alguien de un país remoto y desconectado del mundo llegara hoy a Venezuela, creería que Chávez está vivo.

En mensajes en radio y televisión Chávez llama a votar para impedir “que la burguesía vuelva al poder”. En las calles, los carteles de campaña proclaman que “Este 6D (domingo 6) gana Chávez”, y en miles de esos anuncios aparecen por todo el país los trazos de los ojos del fallecido presidente, y su mirada convertida en el emblema del PSUV.

Sin embargo, Maduro no ha dejado todo el peso de la campaña en manos de Chávez. Él contribuye inaugurando obras, repartiendo tabletas entre los estudiantes de escuelas públicas, anunciado inversiones millonarias para los estados y entregando casas de la Misión Vivienda.

Y en la televisión, además de los mensajes del exgobernante, el PSUV transmite propaganda en la que un ama de casa, un matrimonio, un señor de la tercera edad, viven “pesadillas” cuando una Asamblea Nacional dominada por la oposición decreta el retiro de beneficios sociales, como las casas de Misión Vivienda, las pensiones y las consultas médicas gratuitas.

Personaje de culto

Pero es la figura de Chávez la que lleva el peso de la campaña. Los restos del teniente coronel que quiso implantar el socialismo con los 700 mil millones de dólares que recibió de ingresos petroleros, durante los 14 años que gobernó Venezuela, están en el Cuartel de la Montaña, ubicado en una loma del Barrio 23 de Enero, un santuario para el oficialismo.

Cerro abajo, los habitantes del barrio instalaron una modesta capilla en la que rinden culto a “Santo Hugo Chávez del 23”, según indica un rótulo. Allí hay fotos del comandante, flores, imágenes de la virgen y Jesucristo, banderas de Venezuela, de Cuba, de Argentina, y un lema: “Chávez vive, la lucha sigue”.

Gabriela, una habitante del barrio, dice que “mucha gente viene a rezarle y dicen que hace milagros”.

El régimen no solo fomenta el culto al caudillo sino que sus más connotados líderes lo practican. El pasado miércoles 2, en un acto de cierre de campaña en Maracay, capital del estado Aragua, comenzó a llover mientras Maduro pronunciaba un discurso. El presidente guardó silencio cuando el agua le escurría por el rostro, miró al cielo y comentó: “Llegó la lluvia. Buen augurio. Con la lluvia sentimos la presencia de nuestro comandante”.

Un día antes Maduro dio un mensaje en cadena nacional desde la casa de la familia Chávez en Barinas, capital del estado del mismo nombre, donde nació el comandante. Allí, rodeado de los hermanos del fallecido presidente –Adán, gobernador del estado, Argenis y Aníbal– y de sus sobrinos, Maduro llamó a los venezolanos a votar por los candidatos del GPP para impedir “que la derecha reaccionaria se apodere de la Asamblea Nacional, y acelerar la revolución”.

María Gabriela Chávez, hija del comandante, es embajadora de Venezuela en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Rosa Virginia, la mayor, sigue viviendo en La Casona, la residencia oficial del Ejecutivo en Venezuela. Su esposo, Jorge Arreaza, es el vicepresidente de la república.

Guadalupe Rodríguez, la dirigente de la Coordinadora Simón Bolívar en el Barrio 23 de Enero, dice que es normal que la familia del líder de la Revolución Bolivariana prolongue su legado. Arreaza participó de manera muy activa en la campaña, inauguró obras, y ayer aseguró que los venezolanos ratificarán este domingo su lealtad con Chávez.

La líder en el Barrio dice que sería “una tragedia” que la oposición, aglutinada en la Mesa de Unidad Nacional (MUD), obtuviera un triunfo en los comicios y asumiera el control de la Asamblea Nacional, aunque asegura que “si ellos ganan, nosotros tenemos que respetar eso”.

–¿Y los chavistas están preparados para convivir con la oposición si esta gana? –se le pregunta.

–No lo creo –dice–, ellos son muy derechistas y a nosotros nos ven como las hordas chavistas.
 
Fuente:  http://www.proceso.com.mx/?p=422575