lunes, 11 de agosto de 2014

Los libros de texto, se parecen mucho a los informes de gobierno. ¿Por qué será?.

 
En el próximo ciclo escolar, que da inicio el 18 de agosto, llegarán a más de 7 millones de niños de cuarto a sexto de primaria los nuevos libros de texto gratuito de historia, cuyos contenidos fueron convertidos en verdaderos informes gubernamentales.

De acuerdo con los expertos César Navarro Gallegos y Tatiana Coll Lebedeff, los títulos profundizan la visión conservadora impulsada por el panismo. La palabra conquista fue eliminada. El concepto que ahora se utiliza es virreinato.

Estas acciones limitan la posibilidad de generar un pensamiento crítico en los alumnos y convertirlos en verdaderos actores sociales del cambio.

Se retrata un país de la ilusión y la fantasía que nada tiene que ver con la realidad que enfrentan millones de niños y sus familias. Hay una expropiación de una historia construida desde abajo, donde no es el Estado el principal motor del cambio, sino los ciudadanos.

A pesar de que en enero pasado la Secretaría de Educación Pública (SEP) reconoció que en los libros de texto hay un sinnúmero de errores que causan un daño irreversible a generaciones de mexicanos, y anunció la creación de una nueva generación de materiales educativos, en la enseñanza de la historia, indicaron, hay una continuidad con la visión histórica conservadora que impulsaron los gobiernos panistas, e incluso se profundiza.

En un análisis de los materiales, que a partir de este ciclo escolar recuperan su portada original con la imagen de la obra del pintor Jorge González Camarena intitulada La Patria, a los que tuvo acceso La Jornada, Navarro Gallegos, historiador y sociólogo del Instituto Mora, y Coll Lebedeff, experta en el sistema educativo nacional e investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional, señalaron que “se narra una historia light y simplista que no busca crear ninguna visión crítica del presente”.

Se eliminan, explicaron, las causas, los problemas y las confrontaciones que han generado el cambio.

Es una historia plana que se presenta como una sucesión de hechos en los que no se problematizan los cambios. No sabemos por qué cayó el Imperio Romano ni las contradicciones que enfrentó como sociedad esclavista. No se habla ya de conquista, palabra que fue eliminada, sino del virreinato como forma de gobierno. No hubo conquista, sino un encuentro de dos mundos.

Alertaron que pese al discurso oficial, se mantienen los contenidos enciclopedistas, abigarrados y densos, así como de difícil comprensión para los alumnos. En algunos textos hay reducción en el número de páginas, lo que propició mayor concentración de datos, hechos y fechas.

Coll destacó que en los tres textos de historia se eliminaron ilustraciones, pies de página y ejercicios. Se diseñaron planas con mayor cantidad de información, que harán más difícil la compresión para el alumno.

En algunos contenidos, dijo, se hicieron pequeñas correcciones. En el texto para sexto grado se modificó en 40 mil años el momento de inicio de las glaciaciones y se determinó que la primera civilización que floreció en Mesopotamia no era urbana, sino agrícola, pero no se detecta una revisión a fondo, porque en esencia son los mismos contenidos que se han venido trabajando en el aula.

Distribuidos a poco más de 25 millones de alumnos de educación básica cada año, los libros de texto gratuito, aseguraron, son una conquista histórica y una herramienta educativa fundamental. Para muchos niños serán los únicos materiales formativos a los que tendrán acceso. Su permanencia en el aula es fundamental, pero no con estos contenidos.

Navarro Gallegos destacó que en el libro de quinto grado de primaria, donde se aborda la historia nacional desde el triunfo de la Revolución hasta las últimas décadas del siglo XX, su contenido se convierte en un verdadero informe gubernamental.

Los estudiantes, dijo, aprenderán que el Estado hizo cambios, impulsó reformas, creó condiciones que, incluso, hicieron posible la transición política. Es un Estado nacionalista y revolucionario, heredero de los grandes momentos de la historia mexicana. La sociedad aparece, pero no como un actor central del proceso histórico ni motor de muchas de las transformaciones que ha vivido el país.

Agregó que sin hacer mención a la realidad que hoy enfrenta el país en su condición de pobreza, migración, violencia y fractura social, hay una descripción de los hechos, desde el poder, que pareciera orientar a lo estudiantes a una visión de futuro común, sin que importe la realidad que viven.

¿El Nobel de la Paz al ejército israelí?.

The Independent
Periódico La Jornada

Sé que las fuerzas de defensa israelíes son famosas en la canción y la leyenda. Humanitarias, valerosas, con espíritu de sacrificio, prudentes, dispuestas a dar la vida por los inocentes entre sus enemigos, etc., etc. La novela Éxodo, de León Uris –ficticio recuento racista del nacimiento de Israel, en el que los árabes rara vez se mencionan si no es acompañados por los adjetivos mugroso y apestoso–, fue una de las mejores piezas de propaganda sionista-socialista que Israel pudo encontrar. Hasta Ben Gurión estuvo de acuerdo, al llamarla lo mejor que se ha escrito sobre Israel, aunque tuvo el acierto de negar que esa sarta de tonterías tuviese alguna calidad literaria.

Pero cuando el embajador israelí en Estados Unidos nos dijo (luego de que 2 mil palestinos habían sido asesinados, la mayoría civiles) que el ejército israelí debería recibir el Premio Nobel de la Paz por su inimaginable templanza en la guerra de Gaza, tuve que echar un ojo al calendario. ¿Sería 28 de diciembre, tal vez? ¿Sería una especie de broma egregia, tan obscena, tan grotescamente inapropiada, que contenía algún mensaje interno, un resto de verdad que se me había escapado? El Premio Nobel por inimaginable templanza, según Ron Dermer, tendría que entregarse solemnemente a un ejército al que gran parte del mundo considera culpable de crímenes de guerra.

Por supuesto, Ron hablaba en una cumbre de Cristianos Unidos por Israel, en Washington, y su auditorio, pese a algunas interpelaciones, fue bastante receptivo. Después de todo, los fundamentalistas cristianos en Estados Unidos creen que todos los judíos deben convertirse al cristianismo después de la batalla del Armagedón, así que sin duda pueden apoyar un Nobel o dos para la inimaginable templanza del ejército israelí.

Extrañamente, me causa más estupor la palabra inimaginable –¿qué significa eso, por todos los cielos?– que por la templanza que Occidente siempre suplica a Israel cuando está aplastando pueblos y ciudades (junto con sus ocupantes) en sus diversas guerras de civilización. Además, si se puede conceder el Premio Nobel a Obama –presumiblemente por sus dotes de orador–, ¿por qué no entregárselo a las fuerzas armadas israelíes después de una guerra sangrienta más?

Pero ya en serio: ¿será que Dermer, uno de los consejeros en los que Benjamin Netanyahu más confía, sólo estaba delirando? En algún momento de su extraordinario discurso, hasta se refirió a los bombardeos de saturación de la RFA en ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial como si fueran el modelo para la templanza israelí. Fue como el dicho del viejo Blair de que, por muchos errores que hubiéramos cometido en Irak, no éramos tan malos como Saddam Hussein. Espero que no. Pero Dermer agregó: En especial no toleraré críticas hacia mi país en un momento en que soldados israelíes mueren para que palestinos inocentes puedan vivir. Esos soldados, según Dermer, eran enviados al nido de avispas del terror palestino… pero ¡para tratar de salvar vidas de palestinos inocentes!

¿Delira ese hombre? Bueno, no nos precipitemos en llegar a esa conclusión. En el clímax del bombardeo israelí en Gaza, hace dos semanas, la embajada de Tel Aviv en Dublín subía a su cuenta oficial en Twitter imágenes de la estatua de Molly Malone, símbolo de la noble ciudad de Dublín, ¡con un niqab, la larga pañoleta musulmana, en la cabeza! Disculpen los signos de admiración, pero fue un gesto racista o monumentalmente infantil. Sobre la imagen –la estatua de Malone está frente a mi vieja universidad, el Trinity College de Dublín– estaban escritas con gis las palabras ISRAEL AHORA, LUEGO DUBLÍN.

Si creen que era sólo para consumidores irlandeses, otra imagen, destinada a París, mostraba a la Mona Lisa con un hiyab y un misil en las manos. Para Italia, los israelíes presentaron el David de Miguel Ángel con una falda hecha de explosivos. Dinamarca recibió una imagen de la Sirenita con una enorme arma de fuego. Israel es la última frontera del mundo libre, rezaba la inscripción en cada una.

Sin duda esto va más allá del delirio: es locura. Una semana antes, la embajada israelí en Dublín tuiteó una foto de Hitler con las palabras ¡Palestina libre hoy! Esos tuits insultantes fueron retirados, pero no antes de que el embajador israelí en Irlanda, Boaz Modai, hubiese emitido la imperecedera frase estamos en medio de una guerra y tengo otros asuntos que atender.
Bueno, eso hubiera creído uno, ¿verdad? Pero por desgracia Modai, quien ha sido diplomático en Londres y el Vaticano, era embajador en Dublín más de dos años atrás, cuando, en Navidad, la página de su embajada en Facebook llevaba una nota en la que decía que si María y Jesús viviesen hoy día probablemente terminarían linchados por palestinos hostiles.

Junto con una imagen de Jesús y María, el comentario de la embajada expresaba: “Un pensamiento para Navidad… Si Jesús y su madre María estuvieran vivos hoy, ellos, como judíos sin seguridad, probablemente terminarían linchados en Belén por palestinos hostiles. Sólo un pensamiento…” Entre los comentarios de condena a ese escandaloso mensaje estaba el siguiente: ¿No tienen ustedes ninguna consideración por la honestidad? Si Jesús y María vivieran hoy, estarían protestando contra la ocupación israelí de Palestina junto con todos los palestinos cristianos que viven en Belén.

La embajada retiró el comentario, explicando que fue hecho sin consentimiento del administrador de la página, y agregó graciosamente: Disculpas a quien se haya sentido ofendido. ¡Feliz Navidad!

Conozco en persona a varios diplomáticos israelíes, uno de los cuales –un experimentado embajador retirado cuya familia promueve los derechos palestinos– debe de estar pasmado ante tanta estupidez. Entonces, ¿estarán delirando esos embajadores? Haciendo un balance, me temo que no. Sospecho que en verdad representan a un gobierno demente que avergüenza al Estado de Israel.

Mientras tanto, en Canadá, el primer ministro Stephen Harper, al parecer más pro israelí que el mismísimo Netanyahu, anunció a su pueblo que Canadá reaccionará ante cualquier terrorista en la misma forma en que lo hace Israel.

Luego que Estados Unidos condenó a Israel por bombardear una escuela de la ONU en la que se refugiaban 3 mil palestinos, Harper, como escribió mi viejo amigo Haroon Siddique en el Toronto Star, no mostró compasión. De hecho, anunció: Sostenemos que la organización terrorista Hamas es responsable de este hecho. Ellos comenzaron el conflicto y siguen buscando la destrucción de Israel.

Podría haber salido de las páginas de la vieja novela de León Uris. O tal vez de allí salió, porque incluso los liberales canadienses, conducidos por el hijo de Pierre Trudeau, Justin, se han alineado patéticamente detrás de los conservadores de Harper.

Pero, dado el tipo de cambio de bajas del mes pasado –alrededor de un israelí por cada 28 palestinos–, supongo que sólo es cuestión de tiempo para que alguien recomiende al corrupto y lanzador de cohetes Hamas para el Premio Nobel de la Paz, en atención a su inimaginable templanza.

Traducción: Jorge Anaya, para La Jornada.