viernes, 29 de agosto de 2014

15 argumentos del GDF para un alza significativa al salario mínimo.

Los siguientes son algunos de los razonamientos principales que fundamentan la propuesta de elevar el salario mínimo del DF de los actuales 67 pesos con 29 centavos a 82 pesos con 86 centavos en una primera instancia.
 
Este jueves, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, presentó ante los medios de comunicación el documento Política de Recuperación del Salario Mínimo en México y el Distrito Federal, donde argumenta técnicamente su propuesta para aumentar el salario mínimo en la capital del país.

En dicho documento, el titular del GDF afirma que la redacción “es fruto de la deliberación pública, de una convocatoria abierta y de un ejercicio cuidadoso y real para escuchar y atender todas las voces”, y es un proyecto que inició en el segundo trimestre de 2014.

Los siguientes son algunos de los razonamientos principales que fundamentan la propuesta de elevar el salario mínimo del DF de los actuales 67 pesos con 29 centavos a 82 pesos con 86 centavos en una primera instancia:

1.- El documento parte del hecho de que desde 1976 a la fecha, los salarios se han reducido en un 71% a nivel nacional y en un 77% en el DF. “Se ha dicho que la baja en los salarios era una condición para enfrentar las crisis mediante las llamadas “devaluaciones internas”, pero crisis van o crisis vienen y los bajos salarios se han convertido en una variable consustancial del modelo económico de largo plazo desde 1982″.

2.- Otro punto elemento inicial es que según datos del Inegi, la población que vive con un salario mínimo en México es del 14%, y en el Distrito Federal, el 9% del total de los trabajadores, sin embargo, “para que los salarios mínimos cumplieran la prescripción constitucional consagrada en el Artículo 123, el salario mínimo tendría que ser de 171 pesos diarios, 21.5 pesos la hora, para satisfacer las necesidades de una familia.”

3.- De la siguiente gráfica, el documento plantea las siguientes conclusiones: 
 

“Llevamos tres décadas con crecimientos decenales que constituyen apenas un tercio de los niveles que México alcanzó después de la posguerra; se trata, además, de un periodo de escaso dinamismo pero fluctuante, minado por altibajos, recesiones y crisis económicas recurrentes como las de 1982, 1986, 1995 y 2009; y, finalmente, la tasa de crecimiento medio de la primera década del presente siglo es la más baja en ochenta años, incluso por debajo de la media decenal de los años treinta, con gran depresión y guerra mundial incluidas.”

4.- A lo anterior, el documento presentado por Mancera, atribuye que “el nivel de los empleos y los salarios no sólo ha sido insuficiente para atender las necesidades de una población que de todos modos crece, sino que en segmentos muy importantes han retrocedido, especialmente entre los sectores más pobres y que perciben los menores ingresos.”

5.- Un momento importante en el análisis es la crisis de 2009, cuando al terminar la recesión y pese a la recuperación del número de empleos, éstos sufrieron una recomposición, “de tal suerte que los nuevos puestos de trabajo se ubicaron en escalas salariales inferiores.” Después de la crisis “disminuye el grupo que gana más de tres salarios mínimos (24% a nivel nacional y 30% en el DF), mientras que la gran masa de asalariados creció del 60 al 67% en la escala nacional, precisamente en el rango que va de uno a tres salarios mínimos. Se trata de una nueva oleada de precarización del trabajo.”
 
 

6.- Pero no siempre los salarios y los trabajadores se han visto castigados progresivamente, sino que “el periodo más dinámico y favorable, incluso para los salarios mínimos, arrancó en 1952. Durante esa década, el salario mínimo
real tuvo un crecimiento del 10.8% promedio anual, sin inflación, en un país que crecía y se urbanizaba aceleradamente.” Además, “en los sesenta, el salario mínimo real continuó con un crecimiento notable del 4.5% en promedio al año, lo que explica, en buena medida, la formación de la moderna clase media mexicana.
 

7.- Fue en los setenta cuando la tendencia cambió, pues “aunque el salario mínimo mantuvo su tendencia al alza, a la mitad de la década se detuvo su incremento real y al final de la misma alcanzó un pobre registro de 0.3% de crecimiento medio por año.” El documento plantea que fue “la secuencia de las crisis económicas que siguieron desde entonces cambió de modo duradero la tendencia, y el salario –sobre todo el mínimo– comenzó su caída histórica.

8.- El declive en los ingresos de los trabajadores empieza en los ochenta, cuando el salario mínimo real cayó a un ritmo anual de 6.9%, historia que se repitió “de manera agudizada” en los años que siguieron, “pues tras la crisis de 1994 el poder de compra prácticamente, se desplomó.”

Es así como llegamos al escenario de una caída anual media del 3.2% en los diez años previos al fin de siglo, pero a partir del año 2000 y hasta 2014, “la evolución del salario medio y del salario mínimo ha acompañado y se ha convertido en un factor del estancamiento económico. El resultado neto de este constante proceso devaluatorio del salario “es la pérdida del poder adquisitivo en un 75% a nivel nacional y del 77% en el Distrito Federal.
 
 

9.- ¿Por qué se habla de un salario mínimo? Por cinco puntos principales:

A. Por mandato constitucional, porque el salario mínimo forma parte de las obligaciones del Estado, del pacto social y del tipo de convivencia de los mexicanos.
B. Por equidad, porque se trata de intervenir en la situación económica de los que menos ganan y menos tienen.
C. Por sentido práctico, ya que cualquier política –incluida la económica– debe delimitar con claridad el universo de su objetivo.
D. Por su papel de “faro”. Al elevar el piso del ingreso laboral, el mercado laboral ajustará, con sus propios ritmos y condiciones, una mejora paulatina de conjunto.
E. Por resarcimiento histórico, porque los salarios mínimos fueron las variables más castigadas a lo largo de los últimos treinta años y “ese grupo de trabajadores ha cargado con los costos del ajuste estructural y de las decisiones económicas anti-crisis, en el marco del nuevo arreglo económico.”

10- “El salario mínimo no es un precio que resulta de la oferta y demanda del mercado laboral; es más bien un acto jurídico ejecutado por un organismo constitucional, dependiente del Poder Ejecutivo”, es decir, “los salarios mínimos se determinan por decreto”, el cual se basa en la inflación estimada (no la real), por lo cual, se plantea que el salario mínimo como instrumento tiene más una función de apoyar la estabilización de la inflación que de mantener o preservar el poder adquisitivo mínimo de los trabajadores, lo cual ha llevado a “una larga y aguda fase de deterioro que lo ha llevado a perder más de 70% de su valor real desde 1980.”
 
 
 
11.- Los datos del mercado laboral y del ingreso de los hogares muestran que la población que se mantiene con ese salario base sigue siendo muy significativa: El 13% del total de la población ocupada y el 9% lo percibe en el Distrito Federal, según datos del inegi. Es decir, siete millones de personas, de las cuales 370 mil residen en la capital.
 

12.- “México es un caso atípico y excéntrico”, pues “en casi todos los países con los que tenemos vinculación económica, el salario mínimo ha sido objeto de revisión a la alza y de políticas novedosas de recuperación”, en cambio, en nuestro país se mantiene como un caso atípico y excéntrico de inercia y congelamiento salarial.

Además, como lo ha reiterado la cepal “México es el único país al final de la década [anterior] donde el valor del salario mínimo es inferior al del umbral de pobreza per cápita”.

13.- “Casi todos los países del mundo desarrollado han desplegado diversas medidas para fortalecer la masa salarial desde su base”. El documento ejemplifica con Inglaterra , que desde 1999 introdujo un salario mínimo interprofesional; Japón, que elevó significativamente el salario mínimo para fomentar la expansión económica; y Alemania, que reintrodujo el salario mínimo este mismo año en 8.5 euros brutos la hora.

14.- La recuperación del salario es posible y no genera inflación:

Poniendo como ejemplos a Brasil y Uruguay, el documento del GDF afirma que con una política de aumento salarial se eleva el valor real del salario mínimo sin afectar la inflación, como afirman los sectores conservadores:
 

 
15.- Finalmente, el documento responde a los argumentos esgrimidos por el PRI, el gobierno federal y el sector empresarial mexicano en las últimas semanas, los cuales opones la “objeción principal” de que “el móvil de los salarios mínimos es la productividad, no los decretos.”

En primer lugar, señala que “desde hace décadas en nuestro país los salarios mínimos no han seguido la evolución de la productividad.” De esta forma, “si los salarios hubiesen estado ligados a las condiciones del mercado y al desempeño de su propia eficiencia los sueldos hubieran visto una historia de ascenso, no de deterioro.”

En segundo lugar, plantea como equívoca la interpretación de “la relación entre productividad, informalidad y salarios mínimos”, citando un estudio del Inegi (Medición de la economía informal 2003-2012), el cual, de acuerdo con el documento, “muestra que el sector formal se ha vuelto más y más productivo a lo largo de la última década y que los salarios de ese sector no han crecido como la productividad.”