lunes, 7 de septiembre de 2015

¿Es culpable el Presidente?

 De: Ramiro Padilla Atondo.
En realidad y todos lo sabemos, se ha convertido en el deporte nacional reírse a costa de Peña Nieto. Pero quisiera ir un poco más allá. Yo mismo en innumerables columnas he expuesto el grado de ignorancia que lo aqueja, y que al parecer no lo hace sentir incómodo.

Las redes sociales se inundan cada vez que comete una burrada o habla de un país idílico que solo existe en la mente de los políticos. Pero, ¿qué tan culpable es? De manera simplista podríamos decir que mucho, que él es el culpable de todos los males que aquejan al país. Pero, ¿Y nosotros?

Los mexicanos vivimos el clásico ejemplo del huevo o la gallina. ¿Qué fue primero? ¿El sistema o nosotros? ¿La corrupción o la ignorancia? Estos temas concatenados hacen el vacío perfecto para que la corrupción avance rampante sin ningún obstáculo.

Ahora, ¿qué tan culpables somos nosotros de que alguien como él haya llegado? Lo digo sin afán de estar jodiendo. Los mexicanos somos tan poco proclives a la autocrítica que reflexionar sobre esto no nos hace ningún daño.

El Presidente se ha convertido en el perfecto pararrayos de todo un sistema que busca perpetuarse en el poder, y no descansa un solo día para conseguirlo.

Nuestra memoria se parece a la de aquella película con Adam Sandler y Drew Barrymore, donde la protagonista olvida todo en un día. Somos de memoria cortísima.

Peña Nieto es culpable de haber llegado sin las habilidades necesarias para un cargo tan importante en un país complejo. Es culpable de creer que se puede gobernar al estilo Atlacomulco, sin contrapesos. Pero de allí a que sea todopoderoso hay un mar de distancia.

Parte de las estrategias de manipulación mediática consisten en eso. Mientras nos la pasemos maldiciendo al Presidente, pero sigamos conformes con el sistema no podemos cambiar nada.

La clase política en general sabe que la culpa se difumina de manera rápida, su cinismo no tiene límite. La mediofagia nos tiene con una diabetes mediática incontrolable, incapaces de entender que consumir sistemas chatarra solo lleva a la enfermedad.

Es como culpar a la botella de coca cola. Y puede ser una analogía acertada. Todos culpamos al refresco sin entender que las estrategias acertadas de publicidad la han posicionado al grado de considerarla parte de los alimentos.

Así también con nuestro sistema. EPN fue posicionado mediáticamente y muchos millones de mexicanos se la tragaron. Lo de la casa blanca y demás lindezas no son sino ejemplos de cómo los privilegiados del presupuesto ven el poder.

Al presidente no le provocan un conflicto ético porque así fue educado. Somos culpables todos por ser clientela electoral, por tener pocas opciones y porque aceptamos que este mismo sistema nos las proporcione.

Tundirle al presidente todos los días puede ser catártico pero poco práctico. ¿Usted conoce a su diputado, a su regidor, a su senador, a su presidente municipal, a sus funcionarios? Mientras tiremos las piedras a lo lejos, serán poco efectivas. Pedir la cabeza del Presidente es poco práctico también, porque está visto que el sistema tiene demasiados controles para evitarlo. En un país medianamente democrático ya lo hubieran echado a patadas, aun los guatemaltecos lo han logrado.

EPN es culpable de muchas cosas, la credibilidad la perdió hace tiempo y no habrá fuerza que lo haga recuperarla. Pero nosotros también somos culpables por aceptar el status quo y negarnos a pasar de los tuits y los posts en el Facebook, a la acción.

El sistema no se cambia burlándose del Presidente. Él solo está de paso. El mal se extrae de raíz, a eso debemos de avocarnos. Y para eso debemos re educarnos. Allí está el quid del asunto. En fin.
 
Fuente:  http://www.sinembargo.mx/opinion/07-09-2015/38886