Basta con pasearse por la polvorienta región justo al sur de la frontera con Estados Unidos para entender las dificultades que enfrenta México a la hora de capitalizar el boom del esquisto en América del Norte.
En Texas, miles de pozos trabajan sin cesar para producir volúmenes récord de hidrocarburos no convencionales, como aceite y gas shale, transformando pueblos como Carrizo Springs en localidades pujantes.
Del lado mexicano, los cárteles de la droga recorren las regiones sin explotar, dejando un rastro de cadáveres. Los relativamente pocos pozos convencionales operados por la paraestatal Pemex y contratistas cierran durante la noche como medida de seguridad.
Pero la creciente violencia, aunque dramática, es sólo uno de los muchos obstáculos que impiden el despegue de un boom de esquisto mexicano, que aún se ve a muchos años de distancia.
El crimen organizado sí es un costo operativo de seguridad que van a estar vigilando las empresas, dijo Alberto Islas, jefe de la consultoría Risk Evaluation, con sede en la ciudad de México.
Los cadáveres de las víctimas de la guerra entre pandillas del narco se apilan en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, corazón de una de las regiones más ricas en depósitos de shale en el país, donde se han desplegado cientos de soldados en las últimas semanas.
Desde abril se han reportado decenas de asesinatos en esa ciudad de 600 mil habitantes, en medio de una guerra entre los cárteles del Golfo y de Los Zetas.
Tenemos que renovarnos o morir, dijo Federico Alanís, propietario de un negocio familiar de aluminio en Reynosa.
Tanto él como otros esperan una transformación debida a la reforma energética aprobada el año pasado, que terminó con el monopolio de 75 años de Pemex sobre la extracción de hidrocarburos y promete miles de millones de dólares en inversiones, lo que Alanís calificó como una bendición del Señor.
La agencia estadunidense de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés), dice que el potencial combinado de petróleo y gas de esquisto de México es el séptimo mayor del mundo, con 117 mil millones de barriles de petróleo equivalente, mucho más que el estimado de 60 mil millones de Pemex.
Pemex tiene limitada experiencia en esquistos y se ha enfocado en proyectos más rentables de petróleo y gas hacia al sur. La firma cree que México tiene unos 32 mil millones de barriles de crudo equivalentes sólo en aceite shale.
Eso es más que el potencial del país en las aguas profundas del Golfo de México. El área es vista como la mayor ventaja de la reforma energética.
Pero en lo que se refiera al desarrollo del shale, México apenas está comenzando. En los últimos años ha perforado menos de 20 pozos de prueba en la región de la Cuenca de Burgos, rica en depósitos de esquistos, que es una extensión de la formación Eagle Ford del sur de Texas.
Para nosotros es totalmente nuevo, dijo Alberto de León, presidente local de la Confederación Patronal de la República Mexicana en la fronteriza ciudad de Nuevo Laredo.
Justo al otro lado de la línea limítrofe, miles de pozos en Eagle Ford producen más de 1.2 millones de barriles por día.
Pese a que Nuevo Laredo es el punto más dinámico para el cruce terrestre de camiones desde y hacia Estados Unidos, ninguna empresa petrolera tiene oficinas allí, lo que no es precisamente la respuesta esperada por el gobierno cuando aprobó la reforma en diciembre, dijo De León.
Mucho potencial y muchos obstáculos
México tiene décadas de retraso frente a Estados Unidos en ese sector, con casi ninguna planta procesadora o ductos, ausencia casi total de trabajadores especializados y muy escasa agua necesaria para extraer los depósitos de shale.
Partidos políticos de centroizquierda en México están tratando de prohibir la fractura hidráulica (fracking), técnica usada para liberar el gas y petróleo de la densa roca de esquisto, argumentado preocupaciones ambientales.
El programa de esquisto de Pemex se concentra actualmente en 19 pozos de Burgos y dos bloques de pruebas: el área Galaxia, cerca de Nuevo Laredo, y Limonaria, más al sur.
Esas y otras exploraciones de esquisto recibirán inversiones por 800 millones de dólares en los próximos 12 meses, dijo Gustavo Hernández, jefe de Pemex Exploración y Producción.
Limonaria no es una extensión de Eagle Ford, sino parte de la cuenca Tampico-Misantla, la mayor cuenca de esquisto del país, con cerca de 35 mil millones de barriles de crudo equivalentes, según datos de Pemex.
En Texas, miles de pozos trabajan sin cesar para producir volúmenes récord de hidrocarburos no convencionales, como aceite y gas shale, transformando pueblos como Carrizo Springs en localidades pujantes.
Del lado mexicano, los cárteles de la droga recorren las regiones sin explotar, dejando un rastro de cadáveres. Los relativamente pocos pozos convencionales operados por la paraestatal Pemex y contratistas cierran durante la noche como medida de seguridad.
Pero la creciente violencia, aunque dramática, es sólo uno de los muchos obstáculos que impiden el despegue de un boom de esquisto mexicano, que aún se ve a muchos años de distancia.
El crimen organizado sí es un costo operativo de seguridad que van a estar vigilando las empresas, dijo Alberto Islas, jefe de la consultoría Risk Evaluation, con sede en la ciudad de México.
Los cadáveres de las víctimas de la guerra entre pandillas del narco se apilan en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, corazón de una de las regiones más ricas en depósitos de shale en el país, donde se han desplegado cientos de soldados en las últimas semanas.
Desde abril se han reportado decenas de asesinatos en esa ciudad de 600 mil habitantes, en medio de una guerra entre los cárteles del Golfo y de Los Zetas.
Tenemos que renovarnos o morir, dijo Federico Alanís, propietario de un negocio familiar de aluminio en Reynosa.
Tanto él como otros esperan una transformación debida a la reforma energética aprobada el año pasado, que terminó con el monopolio de 75 años de Pemex sobre la extracción de hidrocarburos y promete miles de millones de dólares en inversiones, lo que Alanís calificó como una bendición del Señor.
La agencia estadunidense de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés), dice que el potencial combinado de petróleo y gas de esquisto de México es el séptimo mayor del mundo, con 117 mil millones de barriles de petróleo equivalente, mucho más que el estimado de 60 mil millones de Pemex.
Pemex tiene limitada experiencia en esquistos y se ha enfocado en proyectos más rentables de petróleo y gas hacia al sur. La firma cree que México tiene unos 32 mil millones de barriles de crudo equivalentes sólo en aceite shale.
Eso es más que el potencial del país en las aguas profundas del Golfo de México. El área es vista como la mayor ventaja de la reforma energética.
Pero en lo que se refiera al desarrollo del shale, México apenas está comenzando. En los últimos años ha perforado menos de 20 pozos de prueba en la región de la Cuenca de Burgos, rica en depósitos de esquistos, que es una extensión de la formación Eagle Ford del sur de Texas.
Para nosotros es totalmente nuevo, dijo Alberto de León, presidente local de la Confederación Patronal de la República Mexicana en la fronteriza ciudad de Nuevo Laredo.
Justo al otro lado de la línea limítrofe, miles de pozos en Eagle Ford producen más de 1.2 millones de barriles por día.
Pese a que Nuevo Laredo es el punto más dinámico para el cruce terrestre de camiones desde y hacia Estados Unidos, ninguna empresa petrolera tiene oficinas allí, lo que no es precisamente la respuesta esperada por el gobierno cuando aprobó la reforma en diciembre, dijo De León.
Mucho potencial y muchos obstáculos
México tiene décadas de retraso frente a Estados Unidos en ese sector, con casi ninguna planta procesadora o ductos, ausencia casi total de trabajadores especializados y muy escasa agua necesaria para extraer los depósitos de shale.
Partidos políticos de centroizquierda en México están tratando de prohibir la fractura hidráulica (fracking), técnica usada para liberar el gas y petróleo de la densa roca de esquisto, argumentado preocupaciones ambientales.
El programa de esquisto de Pemex se concentra actualmente en 19 pozos de Burgos y dos bloques de pruebas: el área Galaxia, cerca de Nuevo Laredo, y Limonaria, más al sur.
Esas y otras exploraciones de esquisto recibirán inversiones por 800 millones de dólares en los próximos 12 meses, dijo Gustavo Hernández, jefe de Pemex Exploración y Producción.
Limonaria no es una extensión de Eagle Ford, sino parte de la cuenca Tampico-Misantla, la mayor cuenca de esquisto del país, con cerca de 35 mil millones de barriles de crudo equivalentes, según datos de Pemex.