martes, 1 de septiembre de 2015

Beltrones, fascinación por un capo.



Por Álvaro Delgado:

¿Quién es Manlio Fabio Beltrones, el nuevo presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) impuesto con todo el ritual rancio del autoritarismo y cuyo arranque de facto de su campaña presidencial fascina a los grupos de poder y motiva el vasallaje de periodistas y medios de comunicación?

Es un político tradicional que, alternando su presencia en las dos cámaras del Congreso, ha sido indispensable para Felipe Calderón –sin cuya intervención no habría tomado posesión en 2006– y Enrique Peña Nieto para aprobar reformas que, en uno y otro sexenio, sólo han generado crecimiento cero.

Beltrones es, además del principal arquitecto del andamiaje jurídico en México, el personaje clave también en la integración de las instituciones de los tres poderes del Estado e “independientes”, como el INE, la CNDH y el INAI, en cada una de las cuales ha sembrado a sus personeros y creado así una extensa red de complicidades.

Es el artífice de la reforma para que el presidente de la República pueda crear un gobierno de coalición con dos o más partidos políticos, cuyo estreno se proyecta para el 2018 –con él a la cabeza– y cuyo ensayo fue “de facto”, según expresión de él mismo, el Pacto por México entre priistas, panistas y perredistas.

Astuto y cautivador, Beltrones ha seducido a la oposición de derecha e izquierda y, en los hechos, la ha disuelto: Al PRD le dio la gubernatura de Michoacán, al PAN, en específico a Ricardo Anaya, lo dotó de 30 millones de pesos vinculados a su campaña por la presidencia de su partido.

Beltrones es, en ese sentido, un capo. Así se le llama en Sudamérica a la “persona con poder y prestigio o muy entendida en una determinada materia”, como refiere la Real Academia Española (RAE).

Pero es Beltrones, también, el temible operador de las “cañerías” del sistema desde que lo adoptó como su secretario particular Fernando Gutiérrez Barrios, en sustitución de José Antonio Zorrilla Pérez, condenado por el asesinato del periodista Manuel Buendía, en la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la siniestra policía política del priato.

Es Beltrones –quién lo duda– personaje leal a Carlos Salinas de Gortari y a su hermano Raúl, quien horas después del asesinato de Luis Donaldo Colosio ya lo promovía como el candidato sustituto, que no lo fue no porque no quisieran los tres, sino porque estaba impedido por la Constitución.

Es justamente la intervención de Beltrones en el caso Colosio uno de los episodios más turbios en su biografía, no sólo por haber sacado, ilegalmente, a Mario Aburto de las instalaciones de la PGR en Tijuana para torturarlo y aun generando la sospecha de que el asesino fue sustituido, sino por toda su red de relaciones en Baja California, que incluía a su hermano Alcide como director del aeropuerto, quien era jefe de Othón Cortés –absuelto como el segundo tirador–, y a Jorge Hank Rhon…

Turbio es, también, el involucramiento de Beltrones en el narcotráfico desde que fue gobernador de Sonora, entre 1991 y 1997, de acuerdo con información de la DEA, base del reportaje de Craig Pyes y San Dillon publicado en The New York Times. Aunque la PGR de Calderón lo defendió, la sospecha prevalece.

Enfurecen a Beltrones las referencias a estos episodios turbios de su biografía, las atribuye a “la canalla”, que ni siquiera es capaz de definir, y lo único que exhibe es su vena intolerante.

“La canalla existe en muchos lugares y hay a quienes les gusta ejercerla. Vean, a veces hasta amparados en el anonimato de las redes, tan importantes hoy en día para la comunicación, aparece la canalla a la que hay que combatir”, le dijo al reportero José Gil Olmos. ¿Cómo va combatir esa “canalla”? No lo sabemos, pero no augura nada bueno.

Hasta ahora, Beltrones ha sido funcional para los grupos de poder en México y de Estados Unidos, sobre todo por las reformas que han estado en la agenda trasnacional –como la privatización energética–, pero nadie puede descartar que en su travesía hacia la Presidencia de la República surjan, desde aquel país y desde sus malquerientes priistas, filtraciones para descarrilarlo.

Por lo pronto, por cobardía o interés, a Beltrones le sobran los zalameros en los medios. El dedazo, el tapadismo, la imposición, el saqueo es tan normal como ver llover…
 
Fuente:  http://www.proceso.com.mx/414215/2015/08/31/beltrones-fascinacion-por-un-capo/d