De Sabina Berman:
1. Lo que la democracia requiere hoy es más democracia.
Hace tres o cuatro años, un nuevo viento recorrió las democracias del mundo: la indignación. Una indignación contra las clases políticas corruptas. Contra los banqueros y el resto de la fauna abusiva del capitalismo salvaje. Y contra las privatizaciones del Bien Común.
Ya se sabe, en su momento las revueltas del 2012 y 2013 no cambiaron las cosas, pero ahora en el 2015 empiezan a lograrlo en España. Los mismos jóvenes y adultos que se declararon Indignados, que marcharon por las avenidas alzando pancartas y se sentaron durante días ocupando las plazas públicas, hoy en el 2015 han capturado a través de las urnas los gobiernos de las dos ciudades principales del país, Barcelona y Madrid, y pretenden en noviembre hacerse del gobierno central.
¿Cómo han logrado los Indignados de España convertir su indignación callejera en un cambio real dentro de los palacios de gobierno?
2. Convirtieron la indignación en una narrativa positiva: de la crítica feroz pasaron a una propuesta indiscutible.
A decir, lo que le falta a nuestras democracias no es otra cosa que más democracia.
3. A pesar de la crítica previa al sistema representativo, la insurrección se organizó en un partido político.
Un partido –Podemos– que se ha puesto a jugar el basquetbol de la democracia representativa acatando sus reglas, y eso para ganar. No para ser un partido más, ni siquiera para ser el partido más puro, cuya pureza sonroje a los partidos corruptos. Sino para ganar las elecciones.
4. A pesar de la crítica previa al individualismo, Podemos supo entrar a la televisión y volver figuras famosas a sus principales líderes.
Y desde la televisión, todavía el medio más masivo, esos líderes carismáticos re-significaron el vocabulario de la vida pública. Llamaron “casta” a la clase política. Llamaron “estafa” a los subsidios del gobierno a los banqueros. Llamaron “crímenes” a las privatizaciones y a los desahucios.
5. Por el otro lado, los Indignados españoles han sabido salir de su gueto generacional.
Pablo Iglesias, líder de Podemos, ha dialogado públicamente con las figuras claves de la Izquierda. Sus pensadores, sus activistas. Reclamando así para los jóvenes indignados una tradición ideológica larga y brillante. También Podemos ha acudido a los mejores economistas para armar su proyecto de país. Y por fin, a la hora de armar las candidaturas para la contienda electoral, han salido de su propio núcleo para llamar a líderes naturales de las regiones donde ocurrirían las elecciones. Por dar los ejemplos más exitosos: en Barcelona, Ada Colau, líder de la resistencia a los desahucios; en Madrid, Manuela Carmena, una juez jubilada de 71 años, con un ascendente moral indiscutido.
6. Programa, programa, programa.
La Revolución Democrática de España ha sabido concretar un programa. Para ello ha recortado los flecos utópicos de la narrativa del 2012. No promete una nueva Constitución. No promete un sistema económico nuevo. No promete un ser humano distinto. La Revolución Democrática española guardó en los cajones de sus burós los sueños más radicales y se quedó con los sueños viables a corto plazo. El combate a la corrupción. El fin de las políticas económicas de la austeridad. El regreso al gasto en servicios públicos. El ensayo de formas democráticas en la decisión de asuntos cotidianos de gobierno.
No todo lo que es posible imaginar, no el descenso del Paraíso a la Tierra, pero sí muchísimo, de cierto una ruptura con la Democracia Capitalista, sí se logra.
7. ¿Puede el movimiento #YoSoy132 imitar a Podemos?
Sin duda, si aprende sus lecciones. Si rompe con ciertos dogmas que lo han condenado al ostracismo. Y si a la vez acata la frase más recurrente de la nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que desde su séptima década en esta sorprendente Tierra en que vivimos, alerta a jóvenes y a viejos:
El optimismo es un imperativo moral.
Hace tres o cuatro años, un nuevo viento recorrió las democracias del mundo: la indignación. Una indignación contra las clases políticas corruptas. Contra los banqueros y el resto de la fauna abusiva del capitalismo salvaje. Y contra las privatizaciones del Bien Común.
Ya se sabe, en su momento las revueltas del 2012 y 2013 no cambiaron las cosas, pero ahora en el 2015 empiezan a lograrlo en España. Los mismos jóvenes y adultos que se declararon Indignados, que marcharon por las avenidas alzando pancartas y se sentaron durante días ocupando las plazas públicas, hoy en el 2015 han capturado a través de las urnas los gobiernos de las dos ciudades principales del país, Barcelona y Madrid, y pretenden en noviembre hacerse del gobierno central.
¿Cómo han logrado los Indignados de España convertir su indignación callejera en un cambio real dentro de los palacios de gobierno?
2. Convirtieron la indignación en una narrativa positiva: de la crítica feroz pasaron a una propuesta indiscutible.
A decir, lo que le falta a nuestras democracias no es otra cosa que más democracia.
3. A pesar de la crítica previa al sistema representativo, la insurrección se organizó en un partido político.
Un partido –Podemos– que se ha puesto a jugar el basquetbol de la democracia representativa acatando sus reglas, y eso para ganar. No para ser un partido más, ni siquiera para ser el partido más puro, cuya pureza sonroje a los partidos corruptos. Sino para ganar las elecciones.
4. A pesar de la crítica previa al individualismo, Podemos supo entrar a la televisión y volver figuras famosas a sus principales líderes.
Y desde la televisión, todavía el medio más masivo, esos líderes carismáticos re-significaron el vocabulario de la vida pública. Llamaron “casta” a la clase política. Llamaron “estafa” a los subsidios del gobierno a los banqueros. Llamaron “crímenes” a las privatizaciones y a los desahucios.
5. Por el otro lado, los Indignados españoles han sabido salir de su gueto generacional.
Pablo Iglesias, líder de Podemos, ha dialogado públicamente con las figuras claves de la Izquierda. Sus pensadores, sus activistas. Reclamando así para los jóvenes indignados una tradición ideológica larga y brillante. También Podemos ha acudido a los mejores economistas para armar su proyecto de país. Y por fin, a la hora de armar las candidaturas para la contienda electoral, han salido de su propio núcleo para llamar a líderes naturales de las regiones donde ocurrirían las elecciones. Por dar los ejemplos más exitosos: en Barcelona, Ada Colau, líder de la resistencia a los desahucios; en Madrid, Manuela Carmena, una juez jubilada de 71 años, con un ascendente moral indiscutido.
6. Programa, programa, programa.
La Revolución Democrática de España ha sabido concretar un programa. Para ello ha recortado los flecos utópicos de la narrativa del 2012. No promete una nueva Constitución. No promete un sistema económico nuevo. No promete un ser humano distinto. La Revolución Democrática española guardó en los cajones de sus burós los sueños más radicales y se quedó con los sueños viables a corto plazo. El combate a la corrupción. El fin de las políticas económicas de la austeridad. El regreso al gasto en servicios públicos. El ensayo de formas democráticas en la decisión de asuntos cotidianos de gobierno.
No todo lo que es posible imaginar, no el descenso del Paraíso a la Tierra, pero sí muchísimo, de cierto una ruptura con la Democracia Capitalista, sí se logra.
7. ¿Puede el movimiento #YoSoy132 imitar a Podemos?
Sin duda, si aprende sus lecciones. Si rompe con ciertos dogmas que lo han condenado al ostracismo. Y si a la vez acata la frase más recurrente de la nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que desde su séptima década en esta sorprendente Tierra en que vivimos, alerta a jóvenes y a viejos:
El optimismo es un imperativo moral.
FUENTE: http://www.proceso.com.mx/?p=408846