miércoles, 21 de mayo de 2014

#LeyBala.

“..UNA BALA EN CADA MANIFESTACIÓN TE DIÓ”
Autor: Tenejapanboy

A la memoria de Juan Francisco Kuykendall.

La ”Ley Para Proteger los Derechos Humanos y que Regula el Uso Legítimo de la Fuerza de los Elementos Policiales“, del estado de Puebla (aprobada hoy 19 de mayo de 2014 con 32 votos a favor y cinco en contra) dice a la letra en su artículo 10 “Se considera legítima defensa, en el caso del uso de armas de fuego o de fuerza letal, cuando exista agresión real, actual o inminente que ponga en peligro la vida o a la integridad física; que implique lesión grave, además de racionalidad y proporcionalidad en los medios empleados, para la defensa de la vida y la integridad física.” Esta desproporcionada, sin límites, convenenciera y confusa ley, que autoriza sin límites el uso excesivo de la violencia por parte de las “autoridades”, es otro botón de muestra de la tendencia a criminalizar la protesta social. Más reciente y anterior a la aprobada en el estado de Puebla, es la que el Congreso del estado de Chiapas aprobó (Con 26 votos a favor, cuatro en contra y una abstención), el pasado 15 de mayo, donde, de igual forma, se autoriza el uso de “armas no letales” a ver vamos por partes y preguntémonos ¿Cómo carajos se calcula que un objeto no es “letal”? (por ejemplo, una supuestamente inofensiva bala de “goma” fue la que, después de un largo y triste periodo, provocó la muerte del activista, Juan Francisco Kuykendall, crimen que desde el #1DMX a la fecha continua impune) ¡Quién tiene la preparación suficiente y la calidad moral para decidir en qué momento una manifestación pacífica, se puede convertir en un mitin violento donde el uso “legítimo” de la fuerza es aplicable? ¿Quién nos asegura la estabilidad mental y capacidad emocional de los elementos de “seguridad” (armados con rifles, pistolas, lanzagranadas, etcétera), para tomar decisiones, que pongan en riesgo la vida de los manifestantes, sin esperar órdenes de sus mandos? A ver señores legisladores de Puebla y Chiapas ¿dónde están los estudios independientes que autorizan, avala y justifican el uso criminal de la fuerza bruta contra la población civil?.

Los Granazombies de Mancerita

Desde hace un tiempo (remitámonos al #1DMX), la protesta social se volvió objeto del particular interés para las autoridades de sistema político mexicano. La Ciudad de México –considerada hasta hace poco un bastión de la izquierda mexicana progresista y tierra de libertades democráticas jajajaja- , fue el conejillo de indias ideal para ensayar las nuevas formas de represión (ahí, al menos yo, conocimos el ahora famoso y reiteradamente utilizado “encapsulamiento”), y se recurrió, por parte de los granazombies de mancerita, al uso de la fuerza bruta para “controlar” la legítima manifestación del descontento social (otro ejemplo de lo peligrosas que pueden ser las “armas no letales” es el caso del joven Uriel Sandoval, otra víctima de las inofensivas balas de goma en el #1DMX, quien perdió un ojo a causa del golpe de una bala de goma), y si protestar en el DF es ya un deporte de alto riesgo, el hacerlo en las ciudades y poblaciones rurales de provincia es casi un suicidio. Y resulta que ahora los papeles protagónicos en esta historia de la represión en México, que de allá, del mal llamado “interior de la república”, nos viene la legitimación del uso de armas letales, con la ya bautizada, en redes sociales, como la #leyBala . Con ella se pretende dar validez jurídica al uso de armas que puedan, no sólo contener a los manifestantes, sino que, a través de lesiones mayores, que pueden en un momento dado provocar la muerte (recordemos Tlatelolco), la protesta social se inhiba, pues a través de las amenazas de muerte, los ciudadanos pensarán una, dos y tres veces antes el acudir a una concentración ciudadana, donde, si el psicópata encargado de “vigilar” la manifestación se le bota la canica, y a su muy particular entender se pone en riesgo la integridad física y material de los siempre oportunos y ubicuos “terceros” , pueden ser víctimas mortales del uso de armas letales para controlar sus “desordenadas y violentas” protestas.
Ahora, como siempre en estos casos, los ciudadanos fuimos los últimos en enterarnos de las sucias maniobras de nuestros legisladores, y lo peor de todo, es que si salimos a protestar contra la #LeyBala chiapaneca y poblana seguramente un letal proyectil, ya tiene escrito nuestro nombre. Esperemos pues a ver cuántas entidades federativas (incluyendo la Ciudad de México), se contagian de este virus represor e implementan y ponen en su cuerpo de leyes la autorización fascista de usar armas letales contra los ciudadanos que ejercemos el legítimo derecho a expresar nuestro punto de vista sobre el acontecer político, económico y social que nos afecta.

Saludos a la banda ENAHNA.

Pueblos fantasmas y reacomodo minero en la sierra michoacana.

Por Valentina Valle

Son unos cien los kilómetros que separan la ciudad de Coalcomán de la ciudad de Colima, una distancia que se cubre más o menos en dos horas y media. Hace treinta años moverse entre estos dos lugares era un verdadero viaje de nueve horas, atravesando pueblos como La Cuchilla, Guadalupe del Cobre, Pantla y El Guayabo. Después de la realización de la carretera 110, de la inundación de la presa de Trojes y de veinte años de guerra entre el Cártel de Jalisco, los Zetas, la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios, lo que queda de la vida que animaba estos lugares es un puñado de casas abandonadas, esparcidas en una naturaleza que paulatinamente volvió a recuperar su poder. Nadie visita estos pueblos fantasmas, nadie habla de su gente desplazada o asesinada y, sobretodo, nadie se preocupa de que el nuevo negocio que está surgiendo –la explotación incontrolada e ilegal de las minas– transforme los pueblos todavía habitados en otros cementerios de vivos.

Estos lugares son preciosos y ricos de historia, pero al recorrerlos la atmósfera que se respira es espectral y la sensación de inquietud, constante. Hihuitlán, en el municipio de Chinicuila, es el último pueblo donde hay barricadas de autodefensas: de allí en adelante sigue siendo “tierra de nadie”. Un campesino de regreso de la milpa lleva a caballo su haz de mazorcas, se acerca y pregunta a qué venimos y a dónde vamos. Poco adelante, cerca de la palapa levantada el año pasado por los comunitarios, se encuentra la última de las primeras barricadas de Michoacán. Un macizo sigue bloqueando la carretera y un señor se sigue sentando frente de una cabaña. A la derecha quedan pedazos de lo que era una hacienda, los árboles han crecido en el adobe de los muros. El aire es inmóvil, el tiempo se ha parado. Ahora, como hace diez años, los comunitarios vigilan el pueblo, nos cuestionan, su solicitud no es una molestia sino una garantía de seguridad.

Casi nada se sabe de la historia de esta gente que en los primeros años del 2000, se enfrentó a los narcos que bajaban del cerro de la Morena, un lugar todavía infestado de criminales. Una vez más fueron las mujeres a encabezar esta resistencia que lastimosamente se perdió en la memoria de los demás. En ese entonces no había cuernos de chivos o rifles, las únicas armas eran las escopetas usadas para proteger el ganado y que además fueron tomadas sólo después del asesinato de don Vicente Virgen Cerillos, padre del actual presidente municipal de Chinicuila y hombre valiente que desafió los cárteles. En comparación con el ruido mediático que se desató en los últimos dieciséis meses, después del levantamiento armado de Tierra Caliente, la lucha de este rincón de Michoacán pasó totalmente desapercibida. Y tal vez fue por la falta de armas largas o por tratarse de la rebelión de un ejido donde no hay limoneros, aguacateros o ganaderos, pero ni una palabra fue dedicada a estos campesinos que con piedras y palos bloquearon las carreteras y lograron sacar los traficantes. O tal vez fue porque parece que en esta tierra haya nada menos que petróleo y para explotar los hidrocarburos no sólo es conveniente sino casi necesario que los territorios donde se encuentra el precioso líquido sean lo más vacío posible. Cualquiera que haya sido la razón, los habitantes del ejido de Barranca Seca fueron dejados solos y si por un lado su lucha logró sacar al cártel del Milenio y a los Zetas, por el otro no pudo detener la avanzada de los Templarios. El resultado es que donde hace diez años había movimiento, resistencia y vida hoy sólo hay fantasmas.
 
 Pantla pertenece al municipio de Coalcomán y aparece a nuestra derecha después de una media hora de camino de Hihuitlán. Cuarenta y siete casas desiertas nos reciben en un silencio tumbal, sólo un perro ladra detrás de una reja herrumbrosa. Aquí hay dos casas habitadas, no se ven ni mujeres ni niños, no se escuchan ruidos, sólo están dos hombres descargando un carro de leña. Padre e hijo contestan rápido, mirando en otro lado, dice que se quedaron en el pueblo a pesar de que todos se fueron y siempre estuvieron “muy a gusto”. No queda claro cual sea el gusto de vivir solos en un pueblo abandonado al descuido del gobierno y a la furia del narco, lo que sí queda claro es que no quieren hablar más.
 
Nota completa en:  http://subversiones.org/archivos/26026