Con ocho kilos menos, enferma y soportando intensos dolores, Nestora Salgado García, La comandanta de la Policía Comunitaria de Guerrero presa en el penal de Tepepan, no pierde su ímpetu de lucha y se prepara para el careo que mañana sostendrá con sus principales acusadores. Hay una mano poderosa que no me deja salir de la cárcel. Se llama Isabel Miranda de Wallace. ¡Soy inocente! ¿Por qué sigo aquí? Por ella.
Miranda de Wallace, la fundadora de la organización Alto al secuestro, acompañará en el careo a Eugenio Sánchez, quien acusa a Salgado García de plagio.
“Yo no soy una secuestradora, soy una policía comunitaria; mi expediente judicial fue armado, es una pantalla, una mentira.
Ya iba a salir, pero no salgo por Isabel Miranda de Wallace. Ella tiene influencias para que me tengan aquí, para que me traten mal. Tiene mucho poder. Pero todo mi pueblo sabe que jamás secuestré; mi pueblo me conoce y es testigo de mi buen actuar.
Está sentada en una cama de la Torre Médica, en la celda A3 de esta prisión, donde fue recientemente trasladada luego de su huelga de hambre, una acción de resistencia contra su injusto encarcelamiento, que le ha causado daños irreversibles a su salud, particularmente en el páncreas y en el hígado, aunado a la neuropatía cervical crónica que padece y no es atendida debidamente: lo que más me atormenta son los dolores.
Viste una bata azul de hospital y luce demacrada, tiene ojeras y una mirada profundamente triste. A pesar de ello, sonríe y sus ojos oscuros brillan cuando habla de su pueblo, de su familia.
Lo que más extraño son los abrazos, sentir el cariño, sentirme protegida. Extraño mucho el sol, tengo dos años que no me da; añoro el aire, esa sensación cuando te toca y sientes tan bonito. Me faltan mi familia, mis hijos, mis nietos, mi vida, mi libertad...
Una luchadora social muy fuerte
Se emociona, llora. Luego, a pesar de todo, sonríe. Voltea a su izquierda y ve una foto donde está con su nieto pequeño: Esa mirada me sostiene, esa sonrisa; mi familia, la gente que me quiere... Tengo muchos planes cuando salga. Voy a volverme una luchadora social muy fuerte. Tengo mucho por que luchar en este México tan lastimado. Sé que esto no ha terminado, que acaba de empezar.
En su mesa, una pila de libros leídos y por leer: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, regalo de Alejandro Solalinde; La noche de Tlatelolco, que le trajo Elena Poniatowska; Como agua para chocolate, que le entregó Laura Esquivel; Guerra en el paraíso, de Carlos Montemayor, obsequio de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez; Siembra de concreto, cosecha de ira, de Luis Hernández Navarro, y muchos otros que le ha traído su gran defensora, la activista Enriqueta Chávez López.
Pedí y di seguridad a mi pueblo, nada más. Yo no violé, no torturé, no maté, y nunca secuestré. ¿Qué daño he hecho? No me tratan como delincuente ni como presa política, entonces, ¿qué soy? ¿Qué clasificación me dan? Para los inocentes encarcelados no hay clasificación, no hay túneles.
La historia del encarcelamiento ilegal de Nestora empieza el 27 de octubre de 2012, cuando fue designada comandante de la Policía Comunitaria de Olinalá y luego dirigente de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria.
Para ofrecer seguridad a su pueblo, ella combatió los negocios ilícitos de políticos y grupos del crimen organizado, como Los Rojos, que operan en Guerrero: Cuando a mí me agarraron iba tranquila, porque las detenciones que hicimos fueron legales. Nunca me imaginé estar en la cárcel tanto tiempo por un caso totalmente inventado.
Cuenta que empezó a combatir no sólo la actividad criminal, sino también a los llamados narcopolíticos, y su diversificación más allá del tráfico de drogas y armas, particularmente contra el delito de trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual.
Uno de los casos fabricados que le han armado, dice, es el supuesto secuestro de cuatro jovencitas, las cuales fueron encontradas por la Policía Comunitaria y se las llevaron a sus familiares.
“Yo les dije: ‘aquí están sus hijas, no están muertas, gracias a Dios’, y luego nos dieron la autorización para que recibieran la reeducación, primero en la Casa de Justicia y luego en la de El Paraíso, en el municipio de Atoyac de Álvarez, concretamente en el convento de las monjitas. Al mes y medio entregamos a dos de las muchachas a sus mamás; las otras dos, no nos las pidieron, nadie las reclamó, hasta que pasaron más de ocho días vinieron por ellas.
“Tenemos un problema de trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual. La gente ya había identificado a ocho muchachas, algunas menores de 12, 13 y 17 años, y otras de 18, que las convirtieron en ‘novias’ de los sicarios. El pueblo las quería quemar. Estaban tan enojados que yo los encontré con garrafones de gasolina porque las querían quemar y luego colgar en la plaza de Olinalá.”
Dice que intervino para evitarlo y convenció a los pobladores para que le permitieran hablar con las jóvenes a fin de que dieran la ubicación de dónde habían estado con los delincuentes: Así nos enteramos que los sicarios tenían planeado matar a 20 personas, para aterrorizar al pueblo. En la lista yo estaba incluida.
En su investigación sobre la red de trata, Salgado García pudo determinar que estaban involucrados políticos de alto nivel y que las menores de edad eran prostituidas en diversos lugares de Guerrero y Puebla, e incluso eran trasladadas a Tulancingo del Valle, en Hidalgo, para ofrecer servicios sexuales que cobraban en 500 pesos.
Otro de los delitos que le imputan a Nestora es el secuestro de Eugenio Sánchez, acusado de robo de ganado: Antes que lo detuviéramos, quiero decirle que ese señor tiene ocho familiares detenidos por plagio. Está identificado como un bandido en el pueblo, como un robavacas. Tenía dos carnicerías; una la cerraron, pero la gente sabía de toda la vida que el señor robaba ganado, y lo agarramos con carne robada.
Comenta que en otra ocasión lo había detenido la policía municipal, pero pagó un soborno de 20 mil pesos y salió en dos días. Esta vez era diferente, porque a los policías comunitarios les informaron del robo de nueve cabezas de ganado bovino, y ellos encontraron, de camino a Tehuastitlán, una camioneta con un animal destazado.
Doña, véngase, la cosa se esta poniendo muy fea, esta gente está muy agresiva, le dijo un compañero a La comandanta. “Cuando llegué, Eugenio me hizo a un lado y me dijo: ‘le doy 30 mil pesos, pero déjeme ir, yo no quiero verme involucrado en una cosa de éstas. El animal me lo vendió mi primo’”.
Nestora le solicitó entonces ver el cuero del animal para identificar el fierro con el que estaba marcado, y además el documento de compraventa. El tío de Eugenio es el encargado de la asociación ganadera y nos trajeron un documento casi en blanco, pero con el sello y la firma; un papel sin validez. La abogada lo revisó y decidimos llevarnos a Eugenio, su primo, el chofer y el copiloto de la camioneta a la Casa de Justicia de El Paraíso.
En el camino encontraron un retén de 80 hombres que no les permitieron el paso: “Yo me bajé y fui a hablar con ellos, les expliqué con detalle por qué los habíamos detenido, entonces el líder dijo: ‘A nosotros nos contaron otra cosa, y no nos queremos meter en algo así, mejor pásenle’”.
Más adelante, la familia Sánchez intentó detener la aprehensión: “Era una valla prácticamente de mujeres, entre ellas Zulma Rodríguez, esposa de Eugenio, quien se atravesó y el policía Carlos Patrón la agarró para que no la apachurrara una camioneta. Ahora ella dice que yo le dije a Carlos: ‘¡Pártele su madre!’ Eso es mentira, nunca dije eso, la gente que me conoce sabe que no digo malas palabras. Ella exigía que lo entregáramos al Ministerio Público, pero yo le dije: ‘Para que lo suelten con 20 mil pesos de mordida’, en alusión a la vez anterior. Y de allí se agarraron para decir que yo solicité 20 mil pesos para liberarlo. ¡Jamás! Es otra mentira”.
Los detenidos finalmente fueron puestos a disposición de la Asamblea Regional, que determinó su encarcelamiento por no justificar la procedencia del animal. En esos días su gente le avisó del asesinato de Nemesio Guevara y su hijo Carmen Guevara Rodríguez, una familia conocida en la región por cometer distintos delitos, entre ellos robo de ganado.
Fue entonces cuando solicitó al síndico procurador de Olinalá, Armando Patrón Jiménez, levantar los cadáveres en la comunidad de Axoxuca, municipio de Tlapa de Comonfort, pero éste se negó: “Decidimos irnos a Huamuxtitlán y para mi sorpresa me lo encuentro escondido detrás de una camioneta intentando llevarse una vaca (robada) que traían los Guevara. Cuando lo encontré estaba en el suelo quemando unos papeles. Yo le dije a un marino lo que estaba sucediendo y el síndico dijo delante de mí: ‘No le hagan caso, está loca’. Pero en eso, uno de mis compañeros comunitarios comentó: ‘Esa vaca es de mi papá, está marcada con el fierro de nombre Raúl’”.
Al final, resultó que el síndico estaba implicado y horas después se trasladaron hasta el lugar el subsecretario de Asuntos Políticos de Guerrero, Misael Medrano Baza, y el director de Gobernación del estado, Moisés Alcaraz Jiménez, quienes exigían la entrega del síndico para liberarlo.
La Policía Comunitaria no lo permitió y encarceló al síndico, pero el 21 de agosto del 2013 el gobierno estatal, en coordinación con el federal, encabezaron un operativo con el Ejército, la Marina, la Policía Federal y la policía de Guerrero para liberar a más de 40 presos recluidos en la Casa de Justicia.
Fue cuando me detiene el Ejército, quema toda la papelería y libera a los presos. Me detuvieron sin una orden de aprehensión y me entregaron a la Marina, que me llevó a Chilpancingo y me entregó a la PGR (Procuraduría General de la República) y luego me subió a un helicóptero y me llevó a una casa de seguridad en Acapulco; después me suben al avión particular del entonces gobernador Ángel Aguirre y me trasladaron a la prisión de máxima seguridad de Tepic, Nayarit. Todo fue irregular. Violaron el debido proceso.
Miranda de Wallace y el montaje
Para ella, detrás de su caso armado está el abogado de Miranda de Wallace, Samuel González, quien capacitó a la policía de Guerrero, y el ex subprocurador de Atención a Víctimas de ese estado, Ricardo Martínez Chávez, abogado de Alejandro Iglesias Rebollo, dueño del bar Cadillac en la ciudad de México, investigado por delitos de trata de mujeres y niñas.
“A mí me encarcelan por orden de Ángel Aguirre y el entonces fiscal Iñaki Blanco. Entre todos los casos que investigaba estaba el tráfico de niñas y niños y les mostré videos pornográficos donde abusaban de menores. Todo mi expediente está armado por ellos y por los sicarios a los que afecté en sus negocios.”
La cruzada emprendida por Miranda de Wallace contra ella la atribuye a intereses ocultos: Creo que no sabe bien quién soy o definitivamente es parte de la cadena de complicidades políticas y criminales que me tiene en la cárcel. ¿Yo qué tengo que ver con el delito de secuestro? Al contrario, es mi lucha, yo lucho contra los secuestros y los asesinatos. Yo apoyo su causa y la veo con buenos ojos, porque es mi causa también.
Son muchos los intereses que ha tocado y teme por su vida: Tengo muchas pesadillas. Ahora le tengo miedo a la gente, a todo, hasta de tomarme el medicamento. Tengo miedo de que me maten, le tengo miedo al gobierno, incluso que me hagan pasar por loca.
A pesar de todo, La comandanta Nestora dice continuar en pie de lucha. Espera salir pronto: Sé que voy a salir, porque soy inocente, pero ya no confío nada en la justicia mexicana; si existiera, yo estaría libre.
Miranda de Wallace, la fundadora de la organización Alto al secuestro, acompañará en el careo a Eugenio Sánchez, quien acusa a Salgado García de plagio.
“Yo no soy una secuestradora, soy una policía comunitaria; mi expediente judicial fue armado, es una pantalla, una mentira.
Ya iba a salir, pero no salgo por Isabel Miranda de Wallace. Ella tiene influencias para que me tengan aquí, para que me traten mal. Tiene mucho poder. Pero todo mi pueblo sabe que jamás secuestré; mi pueblo me conoce y es testigo de mi buen actuar.
Está sentada en una cama de la Torre Médica, en la celda A3 de esta prisión, donde fue recientemente trasladada luego de su huelga de hambre, una acción de resistencia contra su injusto encarcelamiento, que le ha causado daños irreversibles a su salud, particularmente en el páncreas y en el hígado, aunado a la neuropatía cervical crónica que padece y no es atendida debidamente: lo que más me atormenta son los dolores.
Viste una bata azul de hospital y luce demacrada, tiene ojeras y una mirada profundamente triste. A pesar de ello, sonríe y sus ojos oscuros brillan cuando habla de su pueblo, de su familia.
Lo que más extraño son los abrazos, sentir el cariño, sentirme protegida. Extraño mucho el sol, tengo dos años que no me da; añoro el aire, esa sensación cuando te toca y sientes tan bonito. Me faltan mi familia, mis hijos, mis nietos, mi vida, mi libertad...
Una luchadora social muy fuerte
Se emociona, llora. Luego, a pesar de todo, sonríe. Voltea a su izquierda y ve una foto donde está con su nieto pequeño: Esa mirada me sostiene, esa sonrisa; mi familia, la gente que me quiere... Tengo muchos planes cuando salga. Voy a volverme una luchadora social muy fuerte. Tengo mucho por que luchar en este México tan lastimado. Sé que esto no ha terminado, que acaba de empezar.
En su mesa, una pila de libros leídos y por leer: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, regalo de Alejandro Solalinde; La noche de Tlatelolco, que le trajo Elena Poniatowska; Como agua para chocolate, que le entregó Laura Esquivel; Guerra en el paraíso, de Carlos Montemayor, obsequio de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez; Siembra de concreto, cosecha de ira, de Luis Hernández Navarro, y muchos otros que le ha traído su gran defensora, la activista Enriqueta Chávez López.
Pedí y di seguridad a mi pueblo, nada más. Yo no violé, no torturé, no maté, y nunca secuestré. ¿Qué daño he hecho? No me tratan como delincuente ni como presa política, entonces, ¿qué soy? ¿Qué clasificación me dan? Para los inocentes encarcelados no hay clasificación, no hay túneles.
La historia del encarcelamiento ilegal de Nestora empieza el 27 de octubre de 2012, cuando fue designada comandante de la Policía Comunitaria de Olinalá y luego dirigente de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria.
Para ofrecer seguridad a su pueblo, ella combatió los negocios ilícitos de políticos y grupos del crimen organizado, como Los Rojos, que operan en Guerrero: Cuando a mí me agarraron iba tranquila, porque las detenciones que hicimos fueron legales. Nunca me imaginé estar en la cárcel tanto tiempo por un caso totalmente inventado.
Cuenta que empezó a combatir no sólo la actividad criminal, sino también a los llamados narcopolíticos, y su diversificación más allá del tráfico de drogas y armas, particularmente contra el delito de trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual.
Uno de los casos fabricados que le han armado, dice, es el supuesto secuestro de cuatro jovencitas, las cuales fueron encontradas por la Policía Comunitaria y se las llevaron a sus familiares.
“Yo les dije: ‘aquí están sus hijas, no están muertas, gracias a Dios’, y luego nos dieron la autorización para que recibieran la reeducación, primero en la Casa de Justicia y luego en la de El Paraíso, en el municipio de Atoyac de Álvarez, concretamente en el convento de las monjitas. Al mes y medio entregamos a dos de las muchachas a sus mamás; las otras dos, no nos las pidieron, nadie las reclamó, hasta que pasaron más de ocho días vinieron por ellas.
“Tenemos un problema de trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual. La gente ya había identificado a ocho muchachas, algunas menores de 12, 13 y 17 años, y otras de 18, que las convirtieron en ‘novias’ de los sicarios. El pueblo las quería quemar. Estaban tan enojados que yo los encontré con garrafones de gasolina porque las querían quemar y luego colgar en la plaza de Olinalá.”
Dice que intervino para evitarlo y convenció a los pobladores para que le permitieran hablar con las jóvenes a fin de que dieran la ubicación de dónde habían estado con los delincuentes: Así nos enteramos que los sicarios tenían planeado matar a 20 personas, para aterrorizar al pueblo. En la lista yo estaba incluida.
En su investigación sobre la red de trata, Salgado García pudo determinar que estaban involucrados políticos de alto nivel y que las menores de edad eran prostituidas en diversos lugares de Guerrero y Puebla, e incluso eran trasladadas a Tulancingo del Valle, en Hidalgo, para ofrecer servicios sexuales que cobraban en 500 pesos.
Otro de los delitos que le imputan a Nestora es el secuestro de Eugenio Sánchez, acusado de robo de ganado: Antes que lo detuviéramos, quiero decirle que ese señor tiene ocho familiares detenidos por plagio. Está identificado como un bandido en el pueblo, como un robavacas. Tenía dos carnicerías; una la cerraron, pero la gente sabía de toda la vida que el señor robaba ganado, y lo agarramos con carne robada.
Comenta que en otra ocasión lo había detenido la policía municipal, pero pagó un soborno de 20 mil pesos y salió en dos días. Esta vez era diferente, porque a los policías comunitarios les informaron del robo de nueve cabezas de ganado bovino, y ellos encontraron, de camino a Tehuastitlán, una camioneta con un animal destazado.
Doña, véngase, la cosa se esta poniendo muy fea, esta gente está muy agresiva, le dijo un compañero a La comandanta. “Cuando llegué, Eugenio me hizo a un lado y me dijo: ‘le doy 30 mil pesos, pero déjeme ir, yo no quiero verme involucrado en una cosa de éstas. El animal me lo vendió mi primo’”.
Nestora le solicitó entonces ver el cuero del animal para identificar el fierro con el que estaba marcado, y además el documento de compraventa. El tío de Eugenio es el encargado de la asociación ganadera y nos trajeron un documento casi en blanco, pero con el sello y la firma; un papel sin validez. La abogada lo revisó y decidimos llevarnos a Eugenio, su primo, el chofer y el copiloto de la camioneta a la Casa de Justicia de El Paraíso.
En el camino encontraron un retén de 80 hombres que no les permitieron el paso: “Yo me bajé y fui a hablar con ellos, les expliqué con detalle por qué los habíamos detenido, entonces el líder dijo: ‘A nosotros nos contaron otra cosa, y no nos queremos meter en algo así, mejor pásenle’”.
Más adelante, la familia Sánchez intentó detener la aprehensión: “Era una valla prácticamente de mujeres, entre ellas Zulma Rodríguez, esposa de Eugenio, quien se atravesó y el policía Carlos Patrón la agarró para que no la apachurrara una camioneta. Ahora ella dice que yo le dije a Carlos: ‘¡Pártele su madre!’ Eso es mentira, nunca dije eso, la gente que me conoce sabe que no digo malas palabras. Ella exigía que lo entregáramos al Ministerio Público, pero yo le dije: ‘Para que lo suelten con 20 mil pesos de mordida’, en alusión a la vez anterior. Y de allí se agarraron para decir que yo solicité 20 mil pesos para liberarlo. ¡Jamás! Es otra mentira”.
Los detenidos finalmente fueron puestos a disposición de la Asamblea Regional, que determinó su encarcelamiento por no justificar la procedencia del animal. En esos días su gente le avisó del asesinato de Nemesio Guevara y su hijo Carmen Guevara Rodríguez, una familia conocida en la región por cometer distintos delitos, entre ellos robo de ganado.
Fue entonces cuando solicitó al síndico procurador de Olinalá, Armando Patrón Jiménez, levantar los cadáveres en la comunidad de Axoxuca, municipio de Tlapa de Comonfort, pero éste se negó: “Decidimos irnos a Huamuxtitlán y para mi sorpresa me lo encuentro escondido detrás de una camioneta intentando llevarse una vaca (robada) que traían los Guevara. Cuando lo encontré estaba en el suelo quemando unos papeles. Yo le dije a un marino lo que estaba sucediendo y el síndico dijo delante de mí: ‘No le hagan caso, está loca’. Pero en eso, uno de mis compañeros comunitarios comentó: ‘Esa vaca es de mi papá, está marcada con el fierro de nombre Raúl’”.
Al final, resultó que el síndico estaba implicado y horas después se trasladaron hasta el lugar el subsecretario de Asuntos Políticos de Guerrero, Misael Medrano Baza, y el director de Gobernación del estado, Moisés Alcaraz Jiménez, quienes exigían la entrega del síndico para liberarlo.
La Policía Comunitaria no lo permitió y encarceló al síndico, pero el 21 de agosto del 2013 el gobierno estatal, en coordinación con el federal, encabezaron un operativo con el Ejército, la Marina, la Policía Federal y la policía de Guerrero para liberar a más de 40 presos recluidos en la Casa de Justicia.
Fue cuando me detiene el Ejército, quema toda la papelería y libera a los presos. Me detuvieron sin una orden de aprehensión y me entregaron a la Marina, que me llevó a Chilpancingo y me entregó a la PGR (Procuraduría General de la República) y luego me subió a un helicóptero y me llevó a una casa de seguridad en Acapulco; después me suben al avión particular del entonces gobernador Ángel Aguirre y me trasladaron a la prisión de máxima seguridad de Tepic, Nayarit. Todo fue irregular. Violaron el debido proceso.
Miranda de Wallace y el montaje
Para ella, detrás de su caso armado está el abogado de Miranda de Wallace, Samuel González, quien capacitó a la policía de Guerrero, y el ex subprocurador de Atención a Víctimas de ese estado, Ricardo Martínez Chávez, abogado de Alejandro Iglesias Rebollo, dueño del bar Cadillac en la ciudad de México, investigado por delitos de trata de mujeres y niñas.
“A mí me encarcelan por orden de Ángel Aguirre y el entonces fiscal Iñaki Blanco. Entre todos los casos que investigaba estaba el tráfico de niñas y niños y les mostré videos pornográficos donde abusaban de menores. Todo mi expediente está armado por ellos y por los sicarios a los que afecté en sus negocios.”
La cruzada emprendida por Miranda de Wallace contra ella la atribuye a intereses ocultos: Creo que no sabe bien quién soy o definitivamente es parte de la cadena de complicidades políticas y criminales que me tiene en la cárcel. ¿Yo qué tengo que ver con el delito de secuestro? Al contrario, es mi lucha, yo lucho contra los secuestros y los asesinatos. Yo apoyo su causa y la veo con buenos ojos, porque es mi causa también.
Son muchos los intereses que ha tocado y teme por su vida: Tengo muchas pesadillas. Ahora le tengo miedo a la gente, a todo, hasta de tomarme el medicamento. Tengo miedo de que me maten, le tengo miedo al gobierno, incluso que me hagan pasar por loca.
A pesar de todo, La comandanta Nestora dice continuar en pie de lucha. Espera salir pronto: Sé que voy a salir, porque soy inocente, pero ya no confío nada en la justicia mexicana; si existiera, yo estaría libre.