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martes, 22 de abril de 2014
El drama infantil de Sudán del Sur.
El 9 de julio de 2011 nacía en el mundo un nuevo país: Sudán del Sur. Desde sus inicios, la nación más joven del mundo ha estado marcada por numerosos conflictos armados y altos niveles de pobreza.
En la actualidad, la situación es todavía más crítica si cabe. A pesar de haber decretado un acuerdo de alto al fuego entre el Gobierno y las fuerzas de la oposición el pasado 23 de enero, los enfrentamientos entre ambos bandos se han intensificado en el último mes.
'La violencia continuada ha dejado un millar de muertos y ha ocasionado que 900.000 personas, la mitad de ellos niños, hayan tenido que abandonar sus hogares desplazándose hacia la capital o fuera del país', asegura Blanca Carazo, la responsable de Cooperación y Emergencias en Unicef España.
Además de los desplazamientos a gran escala, la población ha sufrido un sinfín de atrocidades. Los niños son los principales afectados pues la mayoría se han quedado huérfanos y sin hogar. Muchos de ellos se encuentran perdidos porque al huir de forma masiva se separaron de sus familias y comunidades.
Sin embargo, algunos niños han corrido todavía peor suerte y han sido reclutados, asesinados, mutilados e incluso violados por los grupos armados.
La labor de UNICEF
Carazo explica que la misión de Unicef en la región está suministrando principalmente agua potable, alimentos,medicamentos de primera necesidad y vacunas contra el sarampión y la polio.
Desde 1989, Unicef trabaja en Sudán del Sur y cuenta con oficinas en las principales ciudades del país. La ONG trabaja en coordinación con otras organizaciones tanto locales como internacionales para conseguir llegar a determinadas zonas cuyo acceso es de gran complejidad.
A su vez, Unicef trabaja en la identificación y reunificación de los niños perdidos, habiendo conseguido juntar con sus familias a 30 de los 245 niños que ha identificado.
Gracias a este sistema de localización, Nyawal Ruach, de 29 años encontró a sus hijos. "Había un tanque grande que disparaba donde nos alojábamos. Até a mis hijos juntos para que no se separarany luego me fui a la casa a buscar a mi bebé recién nacido y un poco de ropa, y en ese tiempo los dos niños se escaparon, siguiendo a los que huían. Mi marido sigue desaparecido. Pero gracias a esta gente en el centro, por lo menos tengo a mis hijos de vuelta", explica esta madre sudanesa en el vídeo facilitado por los equipos de Unicef.
También Unicef ha desarrollado una labor psicosocial creando'4 Espacios Amigos de la infancia', en los que se ofrecen actividades recreativas para entretener a los niños y ayudarles a paliar el trauma que supone perder su hogar o su familia.
Unicef ha atendido a más de 300.000 personas pero Sudán del Surnecesita con urgencia más ayuda internacional para ampliar sus servicios lo más rápido posible y así responder a las necesidades de un mayor número de afectados
El ex secretario de Estado Vaticano ocupará un apartamento de 700 metros cuadrados.
En la guerra de poderes que sacudió al Vaticano en los meses precedentes a la renuncia de Joseph Ratzinger, retransmitida gracias a la filtración de su correspondencia privada, los papeles quedaron —hasta donde se sabe— muy bien repartidos. A Benedicto XVI,L’Osservatore Romanole adjudicó el de “pastor rodeado por lobos”, un Papa tímido cuyo único golpe en la mesa fue el de su dimisión. Hubo un ladrón con pinta de cabeza de turco –Paolo Gabriele, el fiel ayudante de cámara— y un banquero honesto al que, ante la dificultad de un papel por lo general tan contradictorio, tomaron por loco y despidieron —Ettore Gotti Tedeschi—. También se recuerda un buen plantel de secundarios de lujo –elegantes prelados que iban y venían con maletines misteriosos y mandaban cartas advirtiendo de un supuesto atentado contra el Papa— y, sobre todo, el papel estelar de malo, que bordó el entonces secretario de Estado, el todopoderoso cardenal Tarcisio Bertone.
La providencial llegada de Jorge Mario Bergoglio al Vaticano calmó de inmediato las aguas. El asunto de las guerras vaticanas se olvidó como un mal sueño y los protagonistas desaparecieron del escenario con tanta discreción que parecían no haber existido jamás. Sin perder la sonrisa —al menos en público—, Francisco jubiló de sus funciones a Bertone, quien desde entonces había permanecido al margen de los focos. Hasta ahora. La prensa italiana informa de que el cardenal se está construyendo un ático de casi 700 metros cuadrados en el palacio San Carlos, un edificio del Vaticano situado justo al lado de la residencia de Santa Marta, donde el papa Francisco ocupa una habitación doble que en total no supera los 70 metros cuadrados. Se asegura además que Bergoglio —“cuánto desearía una Iglesia pobre y para los pobres”— está rojo de “ira” por el “mega-ático” del súpercardenal. Hasta el momento, la Santa Sede no ha dado su versión, debido tal vez a que en Italia se celebró ayer el lunes del Ángel o “pasquetta” y hay pocas cosas más sagradas que ese día de tradicional descanso en familia.
El ático de Bertone, que al parecer está ya casi terminado, sería el resultado de unir dos apartamentos espaciosos, el que ocupó durante más de dos décadas Camilo Cibin, jefe de la Gendarmería vaticana con Juan Pablo II, y el que perteneció al arzobispo Bruno Bertagna, un alto cargo de la Curia que falleció el pasado mes de octubre. Bien es verdad que Bertone no se mudará solo, sino en compañía de las tres monjas que lo asisten desde que, en 2006, Benedicto XVI lo nombrara secretario de Estado. En cualquier caso, y hasta que Francisco no empezó a lanzar –predicando con el ejemplo— sus repetidos mensajes de austeridad y sencillez, en la Santa Sede se veía con absoluta normalidad que los cardenales dispusieran de grandes apartamentos, dentro o fuera de los muros de la ciudad del Vaticano, y una vida de lujo que incluye coches oficiales, secretarios y religiosas para las tareas domésticas. Pero ahora, al menos sobre el papel, el guion ha cambiado. De hecho, el Jueves Santo, Jorge Mario Bergoglio se dirigió a los sacerdotes en la basílica de San Pedro para advertirles de que no deben ser “untuosos, suntuosos ni presuntuosos”. Tal vez Bertone no lo escuchó con el ruido de las obras.
Fuente:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/04/21/actualidad/1398103610_958504.html
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