jueves, 1 de enero de 2015

La sangre de Ayotzinapa que salpicó a Morena.

López Obrador no jaló el gatillo de las pistolas que dispararon a los normalistas, ni tampoco dio la orden a los verdugos para que lo hicieran. Pero lo que el líder de Morena sí hizo fue facilitar que la mafia local llegara a la alcaldía de Iguala cuando tuvo la oportunidad de obstruirlo. AMLO prefirió desestimar las advertencias de la vieja militancia del PRD en Iguala sobre los vínculos criminales de Abarca, y optó por confiar en el buen juicio de Lazaro Mazón sobre su protegido.
Pero en lugar de explicar estos hechos, AMLO ha insistido en negarlos. A pesar de su evidente evasión, los seguidores de su nuevo partido, Morena, parecen estar conformes. ¿Por qué?
Mi hipótesis es que Morena, más que un partido común, es una comunidad carismática.
En su trabajo clásico sobre el tema, Weber definió a la autoridad carismática como la que “descansa en la devoción a la santidad específica y excepcional, al heroísmo o al carácter excepcional de una persona individual, y a las pautas normativas reveladas u ordenadas por esta”. (¿Algo así como AMLO para sus fieles?) El sociólogo alemán observó que los seguidores de un líder carismático separan a este de “los hombres ordinarios” y lo tratan “como si poseyera poderes sobrenaturales, sobrehumanos, o al menos cualidades o poderes específicamente excepcionales”. De conjunto, Weber definió como “comunidad carismática” al tipo de grupo sujeto al carisma. (¿Morena?)
De este modo, la defensa de los seguidores de AMLO en contra de la acusación de que este hizo de alcahuete del poder en Guerrero, no se basa en la coherencia de sus acciones. Se basa simplemente en la fe en AMLO y en su inmaculada “honestidad”. Aunque los hechos apunten en otra dirección, la autoridad carismática de AMLO lo protege, por ahora, de las dudas sobre su virginidad política.
Cuando AMLO aún estaba dentro del PRD, también apoyó al cacique Aguirre en su campaña electoral para gobernador de Guerrero. Aguirre se había pasado al PRD porque el PRI no lo quiso lanzar como su candidato. El PRD inmediatamente lo recibió. Aguirre, en su tiempo como gobernador sólo continuó la dominación priísta sobre Guerrero pero bajo las siglas del PRD. Entre otros crímenes, en 2011 su policía mató a 2 normalistas de Ayotzinapa y en 2013 metió a la cárcel a líderes de la policía comunitaria (CRAC-PC), como Nestora Salgado, de Olinalá. AMLO calló.
Si Iguala hubiera estado protegido por una policía comunitaria en vez de la policía municipal de Abarca, ¿habría ocurrido la reciente tragedia de los normalistas de Ayotzinapa? ¿Por qué Aguirre dejó operar libremente a esas policías municipales convertidas en brazos del narco y lanzó toda su furia contra las policías comunitarias elegidas por los ciudadanos? Estas preguntas admiten varias respuestas potenciales y ninguna deja bien parado al ex gobernador ni a los que lo apoyaron.
Por si fuera poco, AMLO hace poco había proclamado a Lazaro Mazón, el padrino político del narco-alcalde de Iguala, como candidato de Morena al gobierno de Guerrero para la elección de 2015. Por cierto, no hubo ningún proceso democrático dentro de Morena para definir a Mazón como candidato. Fiel al viejo estilo del PRI, AMLO simplemente “destapó” a su gallo: un recordatorio de que, a final de cuentas, Morena es también un retoño del PRI de segunda generación.
En el viejo cuento, sólo un niño podía ser el héroe diciendo que el rey iba desnudo. Por supuesto, si en ese cuento lo obvio hubiera sido señalado por un adulto, este se habría convertido en el loco del pueblo en el mejor de los casos. Mientras brota ese niño en México, hay que arriesgarse a cuestionar al dios viviente de la izquierda en el país, López Obrador. En este caso, el rey no va desnudo sino que va manchado de sangre. ¿Por qué casi nadie en la izquierda dice nada?